Descontento por modelo económico



Los violentos enfrentamientos en barriadas pobres de Santiago esta semana constituyen una erupción de descontento frente al modelo económico chileno, más allá que hayan ocurrido en el marco de un acto de repudio en el aniversario del golpe de 1973, dijeron analistas a la AFP.

La violenta noche del martes dejó un policí­a muerto, más de 40 heridos y cerca de 300 detenidos en todo el paí­s. Hubo además 30 vehí­culos quemados, seis colegios y varios locales comerciales saqueados, así­ como millonarios destrozos al mobiliario público, en daños valorados en más de 400.000 dólares.

Si bien todos los 11 de septiembre se producen disturbios en Chile, este año fue especialmente violento. De hecho, es la primera vez que muere un policí­a desde 1987, cuando aún estaba en el poder el dictador Augusto Pinochet.

La violencia desatada sobrepasó el cariz polí­tico, para convertirse en una expresión de descontento popular, especialmente de jóvenes marginales, que prácticamente se tomaron las calles de barrios pobres de la periferia de Santiago, según analistas.

Un grupo no menor de delincuentes, en especial narcotraficantes, se estarí­a aprovechando además de estas manifestaciones para exhibir su poderí­o frente a los policí­as, una tesis a la que adhiere el Gobierno y la Policí­a.

«La violencia del 11 de septiembre ya constituye una tradición en Chile», dijo a la AFP el politólogo Patricio Navia.

Durante la dictadura (1973-1990), explicó, «era producto de la demanda por democracia. En democracia, la violencia del 11 ha evolucionado como erupciones de descontento y desencanto por parte de los marginados de un sistema económico que ha producido mucha riqueza, pero que no ha sido capaz de distribuirla».

La economí­a chilena exhibe un saludable ritmo de crecimiento, que la llevará a expandirse este año por sobre el 6%, pero en paralelo arrastra una de las peores distribuciones de la riqueza de América Latina.

En Chile, el 10% más rico de la población se lleva el 47% de los ingresos, mientras que el 10% más pobre sólo obtiene el 1,2%.

El cientista polí­tico Guillermo Holzmann coincide en que la violencia no tiene una relación ideológica con los acontecimientos de 1973.

«Aquí­ está sucediendo algo fuerte y cuya actual expresión es una violencia en aumento, pero no se puede explicar por ninguna fecha polí­ticamente emblemática del siglo XX», señaló.

Para Holzmann no se trata de focos de violencia aislados y casuales.

«Claramente hay alguien que los convence, que los adiestra, los organiza y los instiga», afirmó.

«Hay muchas hipótesis, puede ser desde el nacimiento de un nuevo movimiento social o bandas de delincuentes», agregó.

La denominada «Coordinadora por la Protesta Popular», que reúne a pequeños grupos de extrema izquierda, llamó a manifestarse los dí­as previos al 11 de septiembre.

Uno de sus voceros, Jorge Gálvez, del movimiento radical izquierdista Frente Patriótico Manuel Rodrí­guez, lamentó los hechos de violencia, pero dijo que era producto de la desigualdad social de Chile.

«Es lamentable pero hay que entender, y eso lo olvida el gobierno, que aquí­ hay un contexto de desigualdad social y violencia que se está agudizando», señaló.

Para la Policí­a y el Gobierno, los disturbios de la noche del martes fueron actos protagonizados por «delincuentes, lumpen, anarquistas y más de un grupo antisistémico», según dijo el director general de la Policí­a, José Alejandro Bernales.

«Lo que ocurrió en la noche no fue un acto polí­tico ni una reivindicación social. Fue delincuencia pura y dura. No nos confundamos en esa materia. Seamos muy serios en distribuir ese tipo de responsabilidades», señaló por su parte el vocero del Ejecutivo, Ricardo Lagos.