Descomunal escalada de precios


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Calificación de esa naturaleza visualiza presencia que causa zozobra mayúscula en los hogares mayoritarios. Atribuida a circunstancias de fuerza mayor. Entre ellas los pocos meses del gobierno de ílvaro Colom que las dejó pasar, así­ de sencillo. La recta final del proceso electoral del 11-9-11, como clave utilizada por el TSE, con la finalidad de llamar al voto.

Juan de Dios Rojas

 


El evento deja cicatrices humanas y materiales por adelantado, costoso y motivo de polarización puntualizada. Ante tantas expectativas, responsables demasiado de dicha escalada, de inmediato hace sentir sus efectos por parte de sujetos involucrados, sean productores o industriales, siempre a la espera de estos tremendos  desbarajustes, para llevar pronto agua a su molino.

Presto salta la liebre, a efecto de poner las cosas difí­ciles y casi imposibles puedan familias enteras subsanarlas. Cada vez, similar a un bólido van rumbo a las nubes los precios de productos, bienes y servicios. Aumenta sin vacilación el relajo, posesionado con ganas, en desmedro directo de la ya insuficiente capacidad de pago de los sectores del colectivo nacional.

En una actitud de soliloquio, puesto que las restantes únicamente funcionan cuando recurren a las discutidas medidas de hecho, capaces de originar desorden, anarquí­a e irrespeto a la libre locomoción. Los trillados diálogos concluyen siendo de sordos; imposible consensuar alguna vez. A menos que el ingrediente polí­tico abra paso y al final logre el acuerdo de las partes.

Somos dados a mantener afinidad los connacionales, a complicarlo todo. Al parecer en el fondo hay persistencia dispuesta a darse color la tendencia hasta maquiavélica de armar conflictos innecesarios y frentes constantes de lucha estéril. Por el contrario, son a no dudar la tapa del pomo, rumbo a cualquier estallido que sitúe las cosas en un auténtico despelote total.

Psicólogos concluyen dando a cosas y casos del momento el membrete de ser fruto directo de la mezcla de factores influyentes para la definición de nuestra conducta. Oportunismo cimarrón; ingenio y chispa infaltable; lleva y trae, decididos a regar bolas que doblegan la entereza y definen un estado pleno de nerviosismo agudo, fácil presa de creencias falsas y absurdas.

Punto crí­tico resulta la verdadera maraña. Los porcentuales contenidos en la impresionante escalada que tiene en vilo y desesperanza a los usuarios y consumidores de productos, bienes y servicios. Ficticias rebajas o bajones son el cuento de La Caperucita Roja. Distraen nada más la focalización general, hastiada de tras un incremento viene otro y otro. Manos libres y mesa limpia.

Imposible desestimar dichas alzas en perpetua escalada; son el trago amargo cotidiano  para la población agobiada. Da risa la recomendación de cierto funcionario en el sentido de adquirir lo indispensable; obtención de ropa de medio uso (pacas). Eso mismo hacen los chapines hace ratos en defensa de su precaria economí­a, rayana en la pobreza y extrema pobreza de verdad.

Cuántos bienes existen en poder de empresas privatizadas, dejan a punto de shock nervioso al recibir la temida facturación. Aumentos groseros con toda la barba, ajenos al control de autoridades solo pintadas. El consumista protesta en balde acerca de tal fenómeno testarudo, pues unos dí­as antes tení­an precios relativamente accesorios mediante esfuerzos y sacrificios evidentes.

Referente a los productos varios, exhibidos en vitrinas por dondequiera, ubicados en centros comerciales boyantes, al fomento consumista muestran idéntica tendencia alcista. Empero invadidos en diversas direcciones, módulos, o como pretenden ahora modificar el lenguaje coloquial. Los mismos están etiquetados en lí­nea ascendente en la actualidad, capaz de perder el sueño.

¿Y tocante a los servicios básicos, también privatizados en el mandato de Arzú en la presidencia de la república? Bien gracias, será la respuesta sonsa. Las facturas de marras tampoco quedan a la zaga. ¡Qué va! ocasionan con rostro triste, a veces, y por lo general, la natural repulsa. El mismí­simo consumo, pero la cuantí­a mensual dirigida hacia otra galaxia perdida.