Descanse en paz la Cédula de Vecindad


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El día de ayer la Corte de Constitucionalidad, resolviendo en definitiva las inconstitucionalidades presentadas por el diputado Amílcar Pop y el Procurador de los Derechos Humanos, Jorge de León Duque, dejó sin vigencia la Cédula de Vecindad, el documento de identidad de todos los guatemaltecos desde el año 1931.

Juan Antonio Mazariegos G.


Y es que a pesar de que la cédula estaba viviendo horas extras a raíz precisamente de dichas inconstitucionalidades, que fueron planteadas en contra del artículo 92 de la Ley del Registro Nacional de las Personas, la Corte falló en definitiva, acabando con la duplicidad de documentos de identificación que hasta el día de ayer existía en Guatemala.

Sin duda alguna, el abandonar la Cédula de Vecindad traerá nostalgia para muchos guatemaltecos, la identificación con el terruño que el número de orden de la cédula otorgaba a las personas, al identificarse como I-9, A-1 u O-16, de manera difícil será superada por el DPI y su Código Único de Identificación, una serie de números que nadie se aprende y menos entiende pero que conllevan una identificación y unificación de números en registros que facilitarán la vida de todos.

El que cada Municipalidad estuviera en capacidad de otorgar cédulas de vecindad hizo que existieran más cédulas que guatemaltecos nacidos por municipio, así, era común encontrar chinos de Ipala, ecuatorianos de La Libertad o nativos de la India  con cédula de San José la Arada. De igual manera, nada difícil resultaba encontrar personas, chapinas o no, con más de una cédula, sin importar si las mismas correspondían al mismo municipio o si  la fotografía había dejado de corresponder al rostro de su titular. Los grandes problemas e incapacidad  que enfrentó y no pudo superar el Registro Nacional de las Personas (Renap) hizo prudente y sensato que la Corte de Constitucionalidad acogiera provisionalmente las inconstitucionalidades presentadas en aquel entonces. De igual manera las tremendas deficiencias de la cédula de vecindad en cuanto a seguridad, presentación y orden hacen indispensable que ya en definitiva pasemos al DPI y abandonemos esa parte del folclor de ser guatemalteco que traía aparejada la cédula de vecindad.    

En la Cédula de Vecindad quedaron asentadas nuestras señas de identidad y los grandes momentos de nuestras vidas, constaba cuándo nacimos, en dónde, el nombre de nuestros padres, cuánto medimos y pesamos a los 18 años, el color de nuestra tez, si sabíamos leer o no, con quién nos casamos y hasta el asiento de nuestra muerte si nos fuimos antes de que la cédula dejara de existir. Hoy todos esos datos y más aparecen resguardados en códigos, barras y  chips que acorde a nuestros tiempos conservan datos que nos permitirán identificarnos plenamente.

A partir de la vigencia de la Ley del Registro Nacional de las Personas la Cédula de Vecindad tenía los días contados, esto finalmente se ha materializado, sin duda muchos de los que aún no tenían DPI acudirán ahora finalmente a tramitarlo, es un paso correcto en el sentido correcto. Descanse en paz la Cédula de Vecindad.