Descalifican labor de policí­a


La mayorí­a de los empresarios de El Salvador califican de «poco seguro» este paí­s centroamericano y fustigan el trabajo de la policí­a contra una delincuencia que a diario deja un promedio de ocho homicidios, según una encuesta divulgada hoy.


Casi el 90% de los empresarios consideran que el paí­s es poco o nada seguro, según una encuesta realizada por la privada Universidad Tecnológica (UTEC) con más de mil empresarios en el marco del Encuentro Nacional de la Empresa Privada (ENADE-2008), que publica hoy el Diario El Mundo.

Cerca de la mitad de los empresarios, sus empresas o sus empleados han sido ví­ctimas en lo que va de año de la delincuencia en sus más variadas manifestaciones, que van desde los robos, las extorsiones, los secuestros o incluso los asesinatos, según revela el estudio.

Por todo ello, critican la labor de la policí­a y la justicia para combatir este flagelo.

Más del 80% considera que el trabajo que realiza la policí­a es regular o deficiente.

Una opinión que aumenta a más del 90% cuando se trata de juzgar el desempeño de la Corte Suprema de Justicia.

Más de la mitad de los empresarios consideran que la ley no se cumple ni existe voluntad polí­tica para combatir la delincuencia, pese a que hay buenas ideas para hacerlo en un paí­s que registra ahora más muertes violentas que durante el conflicto bélico interno (1980-1992), según las organizaciones de derechos humanos.

La inseguridad y el trabajo deficiente de la policí­a hace que la gente recurra a las empresas privadas de seguridad, que se han multiplicado convirtiéndose en un lucrativo negocio.

En 2006, el gasto en contratación de vigilancia privada se elevó a 328,8 millones de dólares, según un estudio elaborado por expertos para el Consejo Nacional de Seguridad Pública.

Pero el negocio de la seguridad no se limita a la contratación de vigilantes, sino que se extiende también a la instalación de alarmas, enrejados de ventanas, patios, construcción de muros, instalación de alambradas de púas o electrificadas, lo que convierte viviendas y locales comerciales en fortines.

Buena parte de la violencia que vive El Salvador está generada por las violentas pandillas o maras, cuya acción delictiva afecta a ciudadanos comunes, comerciantes y empresarios, y cuyos tentáculos se mueven en particular por el mundo de la extorsión y se emparentan con el crimen organizado.