Desaguándome


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Creo que mi alma necesita vaciarse. Desde hace varios días mi ojo izquierdo, el que más quiero, ¿por qué?, no sé, pero así es, tiembla. Dicen que cuando eso pasa uno llora. No me creo muchas de esas cosas que dicen, pero puede ser. Lo que sí intuyo es que la tormenta viene.

Claudia Navas Dangel
cnavasdangel@gmail.com


Lo sé porque estos días al leer las noticias en los periódicos, que la mayoría de veces son tristes, mis ojos se han aguado, aunque no es para menos: Elvis Dany Morales de 4 meses murió por desnutrición aguda en Quetzaltenango; una niña de apenas 3 años fue abusada sexualmente por el marido de la mujer que la cuidaba; Dimar Ramos de León de 10 meses murió por una golpiza que presuntamente le propinó su mamá y no cito más porque ya empezó a escurrirse de nuevo una gota por mi lagrimal.

Esta semana asistí a la presentación del estudio sobre educación y trabajo infantil. Las cifras eran tan deprimentes y las anécdotas tan tristes que no pude evitar, ahí en medio de la gente, sentir mis ojos húmedos listos para abrir compuertas.

Quizá mi ser busca pretextos para poder derramarse, o tal vez a pesar de haber vivido siempre en Guatemala, el regresar luego de un par de años fuera ha sido un choque emocional muy fuerte. Los niños y niñas seguirán sufriendo por las pésimas acciones políticas de quienes nos gobiernan, o mejor dicho seguirán siendo víctimas de la ambición de esos funcionarios que no se satisfacen con lo mucho que su salario ofende y roba ya a la población y siguen tomando de aquí y de allá para que sus retoños revienten de gordura mientras se conducen seguros y bien cuidados a la vez que en los buses las personas son asaltadas, heridas o asesinadas.

Los niños y las niñas seguirán sentados en blocks, los que alcancen claro, -y algunos, suertudos-, pensará el hijo del Presidente, tendrán un cuaderno con la fotografía del alcalde de la tierra de Mateo Flores, nada estético por cierto, pero en fin, así son las cosas acá.

Muchas mujeres morirán al intentar ingenuamente acabar con un embarazo producto de una violación o del incesto, muchas más continuarán maquillando sus ojos para disimular la huella de una mano machista.

El clima no ayuda, y observar el paisaje al pasar por el Puente del Incienso, invita mi mirada a navegar en ese líquido salobre, que al parecer inunda mi organismo y que mientras tecleo empieza a mojar esta máquina cuyo sistema operativo no comprendo.