Derrocado presidente dispuesto a dimitir


Kurmanbek Bakiyev, presidente depuesto de Kirguistán, está dispuesto a facilitar su salida. FOTO LA HORA: AFP VYACHESLAV OSELEDKO

El depuesto presidente de Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, se declaró el martes dispuesto a dimitir si obtiene garantí­as de seguridad para su familia y para sí­ mismo, después de que un miembro del gobierno provisional amenazase con detenerlo si no se rinde.


«Â¿Cuáles son las condiciones para que renuncie? Que se garantice mi seguridad y la de mi familia», declaró Bakiyev en una rueda de prensa en su aldea de Teiit, cerca de Jalal Abad (sur). Y añadió otra condición: «Que se asegure el orden» en Kirguistán.

Es la primera vez que Bakiyev hace alusión a la dimisión tras su huida al sur del paí­s durante los enfrentamientos que la semana pasada dejaron 83 muertos en Biskek, la capital de esta ex república soviética de Asia Central.

El gobierno interino de Kirguistán ordenó la detención de los hermanos de Bakiyev, entre ellos Janish Bakiyev, jefe de la guardia presidencial, acusado de haber ordenado que se abriese fuego contra los manifestantes el miércoles.

Janish Bakiyev estaba al lado del presidente depuesto durante la conferencia de prensa.

Azimbek Beknazarov, encargado de la justicia en el gobierno provisorio, anunció que las autoridades habí­an «suspendido la inmunidad presidencial del ex presidente de Kirguistán Kurmanbek Bakiyev», exigiendo que se rindiese ese mismo dí­a, sin lo cual se ordenarí­a una «operación especial» para detenerlo.

Pero Edil Baisalov, director del gabinete de la jefa del gobierno interino Rosa Otunbayeva, quitó importancia a estas declaraciones, afirmando que la nueva dirigente kirguisa no habí­a «firmado ningún documento» autorizando la detención de Bakiyev.

Por su parte, el presidente depuesto se rió del anuncio de Beknazarov.

«Conozco personalmente sus capacidades, sé que no son capaces de realizar una operación especial. Esta noche dormiré tranquilo», afirmó Bakiyev, refugiado en un recinto fortificado de Teiit, rodeado por 25 guardias armados con fusiles automáticos.

Durante la mañana, el derrocado jefe del Estado habí­a reunido a unas 5.000 personas en su feudo de Jalal Abad, ante las cuales afirmó que no renunciará y defendió su gobierno. Sus detractores lo acusan de autoritarismo, corrupción y agravación de la miseria en el paí­s.

«Mi poder no proviene de mí­, sino del pueblo», afirmó. «El gobierno provisorio no es legí­timo. No reconozco nada de lo que dice», insistió.

La manifestación se terminó en calma a principios de la tarde.

El gobierno provisorio acusa a Bakiyev de tratar de fomentar una rebelión desde su feudo para retomar el poder, haciendo temer a algunos una guerra civil dado que las relaciones entre el norte y el sur de Kirguistán son tradicionalmente tensas.

La estabilidad en Kirguistán es una cuestión crucial para Asia Central. Estados Unidos tiene en este paí­s una base aérea clave para el abastecimiento de sus tropas en Afganistán. Rusia, que tiene en esta parte del mundo su zona de influencia histórica, no aprecia la presencia estadounidense.

Por otra parte, las autoridades anunciaron que el ministro del interior del anterior gobierno, Moldomusa Kongantiyev, está vivo pero herido en un hospital de la capital, desmintiendo informaciones de la semana pasada que lo daban por muerto en los disturbios.

Kurmanbek Bakiyev fue derrocado del mismo modo en que él habí­a depuesto en marzo de 2005 a su predecesor, Askar Akayev, al término de una revolución motivada por el autoritarismo y el creciente nepotismo de la clase dirigente.

Por su parte, la comunidad internacional se apresuró a establecer un diálogo con el gobierno provisorio de Otunbayeva. El secretario de Estado adjunto estadounidense para Asia central y meridional, Robert Blake, debe llegar el miércoles en Kirguistán.