Derechos Humanos


Grecia Aguilera

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En Guatemala, el mayor sí­mbolo para este dí­a y todos los dí­as es Monseñor Juan Gerardi, un verdadero ejemplo de justicia, héroe del pueblo, gran defensor de los derechos de los guatemaltecos. Y esa defensa sigue viva aún después de su muerte, en la valiente denuncia que realizó en el «Informe para la Recuperación de la Memoria Histórica». Para Monseñor «la paz es un don y una gracia de Dios pero hay que saber cimentarla y esto sólo es posible si lo hacemos en la verdad y la justicia.» í‰l es el consuelo de todos aquellos que han sufrido la violación de sus derechos. í‰l es la voz de los que no tienen voz para hacer oí­r sus necesidades y denunciar las injusticias. Revisando los libros que tratan de la vida y obra de Monseñor, que he obtenido gracias a la Oficina de los Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, ODHAG, dirigida por el licenciado Nery Rodenas, leo el titulado «Juan Gerardi? Memoria viva de nuestro pueblo», en el que están plasmados párrafos del discurso que pronunció Monseñor, en la entrega del legado más grande que nos pudo heredar, de una historia que le costó la vida: el REMHI. A continuación es mi deseo compartir con ustedes, amigos lectores, algunos de estos históricos párrafos, que me parece debemos recordar y llevar siempre en nuestra mente y en nuestro corazón, porque en su discurso Monseñor nos dice insistentemente la verdad: «Queremos contribuir a la construcción de un paí­s distinto. Por eso recuperamos la memoria del pueblo. Ese camino estuvo y sigue estando lleno de riesgos, pero la construcción del Reino de Dios tiene riesgos y sólo son sus constructores aquellos que tienen fuerzas para enfrentarlos.» «Cuando emprendimos esta tarea nos interesaba conocer, para compartir la verdad, reconstruir la historia de dolor y muerte, ver los móviles, entender el porqué y el cómo. Mostrar el drama humano, compartir la pena, la angustia de los miles de muertos, desaparecidos y torturados; ver la raí­z de la injusticia y la ausencia de valores.» «El trabajo del REMHI ha sido una empresa asombrosa de conocimiento, profundización y apropiación de nuestra historia personal y colectiva. Ha sido una puerta abierta para que las personas respiren y hablen en libertad, para la creación de comunidades con esperanzas. Es posible la paz, una paz que nace de la verdad de cada uno y de todos: Verdad dolorosa, memoria de las llagas profundas y sangrientas del paí­s; verdad personificante y liberadora que posibilita que todo hombre y mujer se encuentre consigo mismo y asuma su historia; verdad que a todos nos desafí­a para que reconozcamos la responsabilidad individual y colectiva y nos comprometamos a que esos abominables hechos no vuelvan a repetirse.» «Años de terror y muerte han desplazado y reducido al miedo y al silencio a la mayorí­a de los guatemaltecos. La verdad es la palabra primera, la acción seria y madura que nos posibilita romper ese ciclo de violencia y muerte, y abrirnos a un futuro de esperanza y luz para todos.» «El compromiso de este Proyecto con la gente que dio su testimonio, ha sido recoger su experiencia de este informe y apoyar globalmente las demandas de las victimas. Pero entre las expectativas y nuestro compromiso también se encuentra la devolución de la memoria. El trabajo de búsqueda de la verdad no termina aquí­, tiene que regresar a donde nació y apoyar mediante la producción de materiales, ceremonias, monumentos etc., el papel de la memoria como un instrumento de reconstrucción social.» Qué mejor para conmemorar el Dí­a de los Derechos Humanos, que reproducir algunos párrafos del eminente discurso que dictó Monseñor Gerardi el dí­a de la entrega del REMHI. El dí­a en que los guatemaltecos recuperamos la memoria.