Al conmemorar junto con todas las naciones que pertenecen a la ONU el Día Mundial de la Libertad de Prensa, pensamos que es importante reiterar el compromiso inclaudicable por preservar ese derecho, pero que vale la pena verlo también desde la perspectiva de la responsabilidad que lleva implícita porque así como su debido y respetado ejercicio es pilar de la democracia, la irresponsabilidad en su práctica puede ser absolutamente dañina. Y por supuesto que no creemos que pueda existir un mecanismo público de control, lo que hace más importante aún la responsabilidad porque está en manos de los mismos sujetos del derecho a la libre expresión.
Creemos que esa libertad es fundamental para lograr una democracia más plena y por supuesto entendemos que sin ella no puede haber un pueblo debidamente informado capaz de tomar las mejores decisiones. Pero también pensamos que es importante que los comunicadores sociales entendamos que estamos en posesión de una herramienta de uso muy delicado, capaz de ser pilar de la democracia y capaz también de hacer daños enormes e irreparables si no actuamos con la debida corrección.
Nunca vamos a quedar bien con todos porque en el ejercicio de la libre expresión siempre hay sectores que se sienten afectados y hasta perjudicados. El ejemplo más práctico es el de los políticos, que estando en la llanura son amigos de la prensa, comparten sus puntos de vista y hablan bien del papel que juega en la sociedad, pero cuando están en el poder se quejan del carácter de la crítica, de los ataques que según ellos se dirigen en su contra y de la poca seriedad profesional de esos mismos periodistas que antaño eran dechados de virtud.
Entendemos perfectamente que en el ejercicio responsable de la comunicación social no se puede perseguir la complacencia ni el ánimo de quedar bien. Por el contrario, mientras más serio sea nuestro trabajo, más enemigos tendremos que ir ganando y mayores malquerencias iremos adquiriendo, pero siempre queda la satisfacción de estar haciendo las cosas lo mejor que se pueda en el marco de la seriedad que demanda una responsabilidad tan grande como la que tenemos.
Vale la pena entonces, en este día, reflexionar no sólo sobre lo que implica el derecho a expresarnos libremente, sino lo que entraña la responsabilidad de ejercitar ese derecho. Si vemos las dos caras de la misma moneda, estaremos actuando para prestar un servicio a la colectividad.