La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas aprobó un texto propuesto por Alemania y Brasil para reafirmar el derecho a la privacidad, condenando las prácticas de espionaje que afectan a ciudadanos en distintos países, interfiriendo en su vida privada, su familia, su domicilio, su correspondencia física o electrónica. El texto fue aprobado por unanimidad luego de que tras las filtraciones facilitadas por Edward Snowden quedó en evidencia que las agencias de espionaje de Estados Unidos habían hasta interceptado las comunicaciones telefónicas de gobernantes de países “amigos”, como ocurrió precisamente con las mandatarias Angela Merkel de Alemania y Dilma Rousseff de Brasil, quienes se sumaron a la lista de millones de personas sometidas a variadas formas y grados de intromisión para controlar sus comunicaciones.
Coincide la resolución de la ONU con el fallo dictado por un Juez Federal en Estados Unidos afirmando la inconstitucionalidad de los programas de espionaje, el mismo juez, sin embargo, admitió que el Ejecutivo apelará su decisión y que todavía queda camino por recorrer por la sensibilidad del tema.
El mismo día en que la ONU aprobaba la resolución contra el espionaje, afirmando el artículo 12 de la Declaración de los Derechos Humanos y el artículo 17 del Pacto Interamericano de Derechos Civiles y Políticos, un panel independiente nombrado por la Casa Blanca recomendó acciones para compaginar las preocupaciones de Estados Unidos ante el terrorismo con las normas constitucionales que garantizan la privacidad de las comunicaciones e inviolabilidad de la correspondencia, entre la que se tiene que entender la de carácter electrónico.
Estados Unidos insiste en considerar a Edward Snowden como un traidor a su país y lo reclama para que responda ante la justicia como tal; la mayoría de norteamericanos encuestados lo consideran un “whistleblower”, concepto que se aplica a las personas que exponen conductas erróneas, ilegales o deshonestas en alguna institución. La ley ampara a los “soplones” tanto en la empresa privada como en instituciones públicas normales, pero las instituciones de inteligencia no reconocen el derecho a informar a nadie sobre la forma en que recogen su información, aunque sea de manera deshonesta, ilegal o errónea.
Sin duda Snowden provocó una enorme bola de nieve que sigue creciendo y creciendo porque conforme se ha conocido el alcance de los programas de espionaje, crece la indignación mundial por la arrogante actitud de un poderoso país que se atribuye el derecho de interferir en las comunicaciones privadas de personas a lo largo y ancho del mundo sin rendirle cuentas a nadie de lo que hace y de cómo lo hace.
MINUTERO:
Las labores de espionaje
se salieron de medida
y ante tal libertinaje
queda en peligro la vida