El ex primer ministro conservador Viktor Orban debería resultar ganador en las elecciones legislativas del domingo en Hungría, dirigida desde 2002 por los socialistas, pero se verá enfrentado a una nueva fuerza en el Parlamento, la ultraderecha del partido Jobbik, según todos los sondeos.
El carismático dirigente del Fidesz, Viktor Orban, promete «volver a poner la economía húngara en pie», «ordenar la salud» y «garantizar la seguridad pública».
Para alcanzar esos objetivo, prometió disminuir los impuestos y crear «un millón de nuevos empleos en diez años», en un país que sólo cuenta con diez millones de habitantes.
Hungría, dirigida por los socialistas desde 2002, salvada de la bancarrota en 2008 gracias a los 20.000 millones de euros (26.581 millones de dólares) que le prestaron el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Unión Europea (UE), debió optar por una política presupuestaria de rigor.
Aumento de los impuestos, disminución de las ayudas del gobierno, supresión del decimotercer mes de salario anual y recortes en las jubilaciones fueron algunas de las medidas de esta política que los electores podrían sancionar votando por la derecha y la extrema derecha.
Esta última, representada por el partido Jobbik, con un discurso antisemita y racista, acusa a los bancos y a los gitanos de ser la causa de los problemas de los húngaros.
Utilizando un registro populista, el Jobbik promete «20 años para los 20 años», es decir 20 años de cárcel para la clase política de los últimos 20 años.
El partido ultraderechista, calificado a veces de neofascista debido a sus afinidades con el movimiento fascista de la Cruz Flechada -aliado de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial-, quiere «hacer pagar impuestos a los bancos» y actuar para que las «multinacionales paguen más» y para «devolver Hungría a los húngaros».
Todos los institutos de sondeos coinciden en señalar la victoria del jefe de la oposición, Viktor Orban (Fidesz), que volvería así al poder después de ocho años en la oposición.
Szonda-Ipsos da 57% de los sufragios al Fidesz, sólo 20% a los socialistas y 13% al Jobbik. El último sondeo del instituto Szazadveg prevé también un avance importante para el Fidesz con 59% de los sufragios, pero coloca al Jobbik en segunda posición con 17%, mientras los socialistas sólo obtendría 16%.
Los institutos de encuestas de opinión prevén la presencia de sólo tres partidos en el nuevo Parlamento, pues los neoconservadores del MDF y la nueva formación de izquierda ecologista LMP no deberían llegar al 5% de los sufragios necesarios para ser representados.
Según los sondeos, la participación debería ser reducida: «La campaña no consiguió movilizar a los electores y la participación sería de 53%, en baja con respecto al 61% de hace cuatro años», estimó Szonda-Ipsos.
Impuesta por el FMI, el BM y la UE, luego del préstamo de 20.000 millones de euros, la severa política de ajuste del gobierno socialista minoritario de Gordon Bajnai dio sin embargo sus frutos.
Hungría, miembro de la UE desde 2004 y que hasta hace poco esperaba integrar la Eurozona en 2014, salió de los déficits excesivos (más del 9% del PIB en 2009), según cifras provisorias publicadas en marzo.
En los últimos 18 meses, la divisa húngara, el forint, se estabilizó y Budapest recuperó la confianza de los mercados financieros, al punto que el gobierno pudo prescindir recientemente de los últimos tramos del préstamo internacional.