Depuremos la política


Editorial_LH

Ayer, tras la renuncia de Edgar Ajcip como miembro de la bancada del partido Lider, en la instancia de jefes de bloque se propuso que se estableciera una comisión para determinar si es cierta la existencia de algún tipo de soborno, prácticas corruptas y dinero bajo la mesa. Sería bueno que aprovechando una comisión que podría determinar algo tan serio, se le pida que averigüe si el agua moja.


Porque no es posible que haya diputados que tienen que integrar una comisión para “enterarse” de la existencia de las prácticas de la plata que son las que mueven el Congreso que, más que un organismo legislativo, se ha convertido en un mercado en el que el precio del producto es el que mueve al cliente.
 
La denuncia de Ajcip no es importante por novedosa ni mucho menos porque él, en un súbito ataque de integridad, nos esté diciendo qué y cómo se hacen las cosas en ese antro de la corrupción.  Lo que es importante es que ayuda ahora a determinar quiénes son los que se quieren dar los baños de pureza pegando el grito en el cielo de que el Congreso no se mueve de esa manera pero que terminan quedando como los peores sinvergüenzas porque es claro que la población en su mayoría está convencida de la sucia práctica de los diputados y sabe que ninguno firma recibo por el soborno, de donde pedir pruebas es cínico.
 
Ya es costumbre que llegar a diputado es para volverse millonario y basta ver el costo que tiene comprar las plazas de elección para mantener los privilegios. ¿Quién, con dos dedos de frente y uno de honestidad, está dispuesto a pagar millones para ser parte de un organismo que termina siendo un chiquero? Solo aquellos que van con la meta de multiplicar su inversión.
 
Siempre decimos y lo repetimos hoy que podrá haber quienes no son iguales a la mayoría, pero también son acomodados que no alzan la voz con suficiente energía para distanciarse del resto. Son diputados que podrán calificar a otros como peores, pero se tienen que tragar su cólera cobrando el dinero que como diputado les cae.
 
Más que una comisión que investigue qué pasa a lo interno del Congreso, nos falta una acción fuerte que obligue a una depuración real de personas y de prácticas no reeligiendo a ninguno.  Una depuración popular desde las urnas que obligue a los diputados a ser representantes de sus distritos y de sus electores más que simples rostros de la  transa y de la maña.

   
Minutero:
Ajcip viene viendo la cosa 
desde antes que fuera famosa; 
¿sorprende la corrupción 
a quien fue parte de la acción?