La Copa de Oro es un evento internacional organizado por la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Fútbol (Concacaf). Su actual desarrollo en Estados Unidos tiene el propósito, entre otros, de competir en un contexto de paz, estrechar relaciones de fraternidad, fortalecer la relación entre las federaciones, y lograr mayor calidad en el planteamiento táctico de los equipos contendientes. Estos factores no han sido comprendidos por la mayoría de locutores deportivos de la televisión mexicana, específicamente por quienes transmiten los partidos de fútbol.
En México sólo dos televisoras nacionales transmiten partidos de fútbol. Los espectadores pueden estar con una de ellas, pero es imposible cambiar la presencia de locutores quienes describen las acciones del juego (exponen un hecho y los televidentes ven otra cosa). Nadie sabe quién prepara a los locutores. Algunos aceptan que estaban en su casa cuando alguna televisora les ofreció un contrato y, de inmediato, fueron calificados como expertos. Se expresan sin una comprensión real del idioma español. Este hecho no les causa problema pues ningún «ejecutivo» de los canales se ha dado cuenta y repiten vocablos con sus implicaciones de confusión.
Los locutores de Televisa y TV Azteca tienen especial presencia: millones de personas en Centroamérica, Estados Unidos, México, y otras naciones los ven y escuchan pues son parte del espectáculo. Este hecho les permite ser contratados para la promoción de comerciales y anuncian colchones (con sus respectivas rebajas), concursos de almacenes (abrazan a quien gana) o cualquier bagatela en el campo de la publicidad.
El objetivo de un locutor deportivo es informar del juego (este aspecto suple la deficiencia del sonido) y deben referirse a aspectos que deben ser explicados pues quienes ven el fútbol en la televisión no necesariamente conocen el reglamento. Pero ahora viene la realidad: los televidentes deben soportar a locutores de elogios enviando saludos a amigas y amigos, familiares y personas conocidas por ellos; además, comentarios de mal gusto («ese jugador trinitario tiene peinado de maceta») y chistes de albur o doble sentido (de contenido machista). También se les olvida tratar con respeto a los futbolistas. ¿Cuál es la razón para que los locutores asuman su derecho de león y coloquen apodos (sobrenombres) a los jugadores? Es una forma agresiva (de ellos) a la fisonomía de una persona.
Hablar ante un micrófono necesita especialidad técnica, pero los dirigentes de la televisión deportiva mexicana -con relación al fútbol- prefieren improvisar. No capacitan ni contratan personal con un adecuado nivel educativo para informar. Este hecho tiene un ejemplo: los locutores de Televisa y TV Azteca, en la transmisión de partidos de la Copa América, se refieren únicamente a los estadounidenses como americanos, no se inmutan cuando colocan a la Isla Guadalupe como parte de Centroamérica y, sin ningún pestañazo de duda, un comentarista afirma: «aún jugando mal estamos bien», para justificar la perdida de un partido por la expulsión de un jugador y el mal estado de la cancha. Asimismo, el planteamiento táctico del entrenador es motivo de crítica (en especial si se perdió el partido) pues cualquier locutor se considera entrenador (sin tener ninguna preparación) y asume su derecho (como lo hacen diferentes aficionados en los bares) a exponer la alineación o cambios de su selección nacional. Lo hacen ante millones de televidentes. ¡Aunque usted no lo crea!
Los factores anteriormente expuestos se integran en forma negativa a la opinión de los locutores con relación a los equipos centroamericanos en la Copa de Oro (total desconocimiento del desarrollo futbolístico de esas naciones); sin embargo, Manuel Lapuente, un excelente entrenador mexicano de fútbol que ha dirigido a la selección nacional de su país -como también lo es Hugo Sánchez- señaló el pasado 15 de junio revista deportiva Cancha del diario Reforma: » (?)obviamente (hubo) un menosprecio (de los locutores) por la gente de Concacaf, que ya no debería existir desde hace muchísimos años».
La relación de quienes son dueños de equipos -más capital sin importar la calidad- y dirigentes del fútbol -negocios de cualquier tipo- con las televisoras, se realiza con base a una situación de dependencia: los canales de televisión les imponen contratos, los equipos deben jugar según sus horarios, y poco les importa la saturación de comerciales (los colocan cuando se está desarrollando el juego). Los afectados son quienes ven el fútbol en televisión (la mayoría de estadios dan prioridad a los revendedores). Asimismo, con el objetivo de lograr mayor auditorio, los «ejecutivos» de las dos empresas de televisión han decidido integrar en sus transmisiones a payasos, en el literal sentido de la palabra; maromeros, con muñecos que no hacen reír a nadie; humoristas, vestidos de mujeres o imitando homosexuales; y mujeres cuyo trabajo es modelar y salen en la pantalla leyendo cualquier cosa vinculada al fútbol.
Es necesario narrar partidos con locutores capacitados. Sólo de esa manera se evitarán hechos lamentables como ignorar la historia de las naciones centroamericanas y su vinculación con México (expuesto con relación a Guatemala y El Salvador), confundir la ubicación geográfica de países, o referirse al equipo de Panamá como «los canaleros». Nadie les dice así a personas de nacionalidad panameña quienes, en la actualidad, administran el Canal de Panamá con eficiencia. El respeto entre seres humanos es la base de la convivencia social.