Denuncia al MEM, a la Diaco y a la PDH


En aras del ilimitado libre mercado, que no tolera la más leve intervención del Estado, los consumidores guatemaltecos de gas propano no sólo siguen pagando precios altos por ese producto, pese a que internacionalmente el valor del galón de gases licuados del petróleo (GLP) ha disminuido, sino que, adicionalmente, son ví­ctimas de aparentemente pequeñas estafas, que a la larga se convierten en millonarias ganancias para las empresas importadoras.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

Un breve, pero minucioso y esclarecedor reportaje de la periodista Sandra Valdez, publicado en Prensa Libre el pasado martes de este semana, señala que en Guatemala se ha registrado una permanente alza del gas licuado desde principios de año, de suerte que si en enero el cilindro de 25 libras su precio era de Q120, en marzo aumentó a Q125, y actualmente cuesta Q133.

Sin embargo, estos precios no han sido determinados por los valores internacionales de GLP, que han ido en descenso, sino que dependen única y exclusivamente de la voracidad de lucro de las tres empresas importadoras de gas propano, cuyos propietarios, coincidentemente, son tres hermanos de una familia de nacionalidad mexicana.

El titular de la Dirección General de Hidrocarburos, í‰dgar Marroquí­n, admitió que el sistema de libre mercado tiene atado de pies y manos al Ministerio de Energí­a y Minas, que le impide proceder en beneficio del consumidor, puesto que cuando el precio internacional de GLP desciende, las compañí­as importadoras «lo trasladan de una manera muy lenta, si es que lo hacen». Precisó que «así­ se comportan esas empresas, con el argumento de que existe libre mercado».

Si se tiene que aceptar a regañadientes que los precios del gas propano en Guatemala no registren baja en sus precios conforme descienden los valores internacionales de GLP, lo que sí­ puede hacer el Gobierno, en beneficio de los consumidores, por medio del Ministerio de Energí­a Minas y la Dirección de Atención al Consumidor, es que las empresas importadoras expendan los cilindros con el peso exacto, para evitar que se deteriore aún más la ya debilitada economí­a de los guatemaltecos.

En caso de que ni el MEM ni la Diaco intervengan, solicito al Procurador de los Derechos Humanos, doctor Sergio Morales, que ordene investigar la denuncia que plantearé en seguida, derivada de la conversación sostenida con cuatro expendedores de gas propano que me visitaron -a todos, los cuales y sus colegas los consumidores acusan falsamente de rebajar el peso de los cilindros- con el objeto de aclarar el problema y para que sea conocido por autoridades del Estado.

Según esta versión, las empresas importadoras de gas defraudan a los consumidores, así­: Si una planta de una de estas compañí­as opera 8 camiones repartidores de gas propano, con capacidad de transportar 350 cilindros por cada vehí­culo y por dí­a, distribuye un total aproximado de 72 mil 800 cilindros durante 26 dí­as hábiles del mes, aunque hay plantas que trabajan los domingos.

Como supuestamente a cada cilindro conservadoramente le rebajan un í­nfimo de una libra de su peso normal, y como la libra de gas propano cuesta Q5.32, al multiplicarlos por 72,800 cilindros, una planta se estarí­a embolsando Q387,296 al mes, que multiplicado por tres plantas, como mí­nimo, la «ganancia» serí­a de Q1.2 millones mensuales, siempre y cuando no le resten más de una libra a cada cilindro. En la capital y su área de influencia urbana funcionan más de 15 de plantas. Haga usted las cuentas y tendrá una idea del dineral que se estarí­an enfundando ilí­citamente estas empresas importadoras de gas propano.

No me consta que sea cierta la versión; pero si fuera verí­dica la denuncia, bajo el paraguas del libre mercado, una, dos o las tres empresas estarí­an cometiendo desmedido fraude a los consumidores, y no sólo a los de escasos recursos que son los que adquieren cilindros de 25 libras, sino a los guatemaltecos de la clase media, que generalmente consumen gas propano en tambos de 40 libras.

(Un ejecutivo mexicano de una de las empresas importadoras de gas, se ufana con Romualdo Tishudo: -Fí­jate, mano, que en México todos somos puros machos. Mi amigo repone: -En Guatemala no; sólo la mitad. Pero la pasamos muy bien, vos, porque la otra mitad está compuesta de mujeres).