Denominaciones ocurrentes


Ren-Arturo-Villegas-Lara

Escudriñando un mapa minucioso de México, se descubren nombres de pueblos lejanos: uno se llama Nombre de Dios, otro Santiago Papasquiaro, y así se queda uno asombrado de las ocurrencias en eso de las denominaciones. En estas latitudes, tampoco nos quedamos atrás. Pasada la frontera con El salvador, por ciudad Pedro de Alvarado, usted encuentra un pueblo que se llama “Cara Sucia”; y a veces hay identificaciones que nacen de la costumbre.

René Arturo Villegas Lara


Ya casi llegando a Brito, la carretera tiene una vuelta y a la orilla izquierda, de poniente a oriente, había un pequeño caserío. Al frente, por esas semillas que esparce el viento, nacieron de repente unos cinco árboles de Cortez o Palo Blanco, que en febrero se visten de flores amarillas. Los árboles crecieron y cuando a los que iban para ese lugar les preguntaban que en dónde se apeaban, contestaban: “Allí, en cinco palos”. Así que hoy ese caserío se conoce como Cinco Palos. Cuando se construyó la carretera que va de Taxisco a la frontera salvadoreña, la ruta tenía que ser recta; pero, don Chico, el propietario del terreno por donde arrancaría la construcción, se opuso a que se afectara la propiedad y nunca se pusieron de acuerdo en el precio. Entonces hubo que hacer un rodeo y todo principió con una gran vuelta. Cundo el Presidente Ydígoras llegó a inaugurar la nueva carretera, en su discurso dijo que la idea era que la carretera debió ser recta, pero que a causa de un hombre malo, eso no se pudo lograr. Desde ese momento el lugar fue y es conocido como “la vuelta del hombre malo”. En la ruta a pueblo Nuevo Viñas hay una finca que se llama “Tristeza Soledad”; en la salida de Barberena para la capital, hay un taller de mecánica que se llama “El Queso”; en la Antigua Guatemala hemos visto tiendas con los nombres de “Sí pues”, “Aquí es”, “Ay sí tú” y “No sé”; y no faltará que algún negocio por ahí se llame “El Mentado Perencejo”, porque el zutano y el mengano ya tienen dueño. A veces quien pone el nombre no se quiebra la cabeza en encontrar una denominación. Hay una panadería que se llama “Panadería su Pan”. En la entrada de una finca, en Chiquimulilla, había un árbol de nance y el dueño, don Tonino Solares, le puso “Finca El Nancito”, y de resultas a Constantino, hijo de don Tonino, los muchachos le apodaron Tino Nancito. Adelante del puente del río Los Esclavos, en la carretera internacional del sur, hay un camino de tierra que va al caserío Tierra Blanca. En la entrada nació un árbol de conacaste, al que constantemente le quitaba las ramas y por eso daba la impresión que no crecía, por lo que la gente terminó por nombrar al lugar como “El Conacastillo” y todos los vecinos saben dónde queda El Conacastillo. Y así, se puede crear todo un diccionario de nombres ocurrentes, de pueblos, de aldeas, de caseríos, de fincas, de lugares comunes, de caballos, de vacas, etc. Conocí una vaca que le llamaban Chorros Pandos, un caballo que le decían El Cadejo, pues una mañana amaneció con toda la crin trenzada; una entrada a una propiedad, que era conocida como Puerta Cuaches, y una colina que tenía el nombre de Mirarraya, y todo porque el dueño de la casa que estaba en lo más alto, contaba que las que iban a lavar ropa al río que corría a mediacuadra , no usaban calzón y ni modo, se les veía toda la raya.