Democratización del arte


Este año se cumplen diez años de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, que dio fin, según sus promotores y signatarios, al conflicto armado interno. Se formó un nuevo partido polí­tico y crearon instituciones nuevas. Muchos guerrilleros y soldados del Estado regresaron a sus casas; refugiados recibieron fincas improductivas; se recibieron cientos de millones en cooperación y oficiales y comandantes guerrilleros se los repartieron.

Juan Carlos Castellanos

Los soldados rasos, la carne de cañón de la guerrilla, las ví­ctimas de ambos lados quedaron excluidos y librados a su suerte.

No es de extrañar que las armas de grueso calibre sean tan comunes en asesinatos desde 1997, ni que las maras aumentaran su número de integrantes, crueldad y usaran los mismos métodos de la guerra. La guerra no terminó.

No podemos seguir esperando que la tropicalización de las ideas de desarrollo realizadas con éxito en Europa y Estados Unidos den resultado en una realidad tan compleja como la guatemalteca.

Las soluciones a la crisis interna, a la ingobernabilidad y a la guerra no concluida se deben buscar en los mismos guatemaltecos.

El paí­s no sale de las secuelas de la guerra, ni saldrá del camino actual, pero hace intentos de tropicalizar ideas exitosas en naciones industrializadas sin consolidar su democracia sufragista neoliberal, todo porque los dirigentes siguen siendo caudillos criollos.

No es que todos los males de Guatemala tienen su origen en los 36 años de guerra interna. Las causas son más profundas.

Las maras en Quiché tienen un componente racial que debe tomarse en cuenta: los delincuentes juveniles buscan vengar en la sociedad la exclusión y racismo a que han sido sometidos durante siglos, y no les importa quién les debe, sólo ven quién se los puede pagar.

Las familias callejizadas (hijos de niños que crecieron en las calles en los años 80’s y 90’s) tienen un gran historial de violencia: masacres, pobreza, falta de oportunidades, exclusión social, y ahora, la presión de tener hijos o nietos a quienes alimentar.

Ante estas condiciones, organizaciones como Caja Lúdica buscan detener este ciclo, y crear de nuevo el tejido social destruido. No politizan a los jóvenes en riesgo social, los cristianizan o mandan vender a las calles; menos aún constituyen organizaciones de filantropí­a. Van más lejos.

RECONOCER LA REALIDAD

Es el arte el que ha dado una vida a espí­ritus devastados, rencorosos, con miedo y sin voluntad propia.

Niños que colectan basura en el relleno sanitario de la zona 3 hoy sueñan con ser poetas, actores, músicos; aprehenden el mundo desde una perspectiva diferente: aprecian la vida. Quizá tengan más preocupaciones por sobrevivir, qué comer, la violencia y la exclusión, sí­, es cierto, y el arte es ocioso y elitista, talvez sea cierto, pero, el arte es una oportunidad de ver el mundo desde una perspectiva diferente, nos aleja de la realidad para poder acercarnos mejor.

Al hacer un autorretrato, el pintor se reconoce; el escritor se sobrepone a la realidad y la reinventa, el arte es la realidad universalizada.

«Niños color de mi tierra/ con sus mismas cicatrices/ millonarios de lombrices» ¿Guatemala?, ¿Venezuela?, ¿Bolivia?, ¿México?, ¿Dónde está usted? ¡Allí­ están las casas de cartón!

Nos hemos acercado a la realidad, y eso es bueno. Ya hay cine guatemalteco en festivales internacionales, producciones guatemaltecas de problemas locales. La literatura por no ser comercial ha quedado fuera del alcance de la globalización en buena manera, al menos en Guatemala, y se están creando un canon nuevo: obras innovadoras, oceánicas y surrealistas; tan lejanas y familiares.

Queda esperar unos años a los que hoy se forman en los colectivos de artistas. Son ellos y ellas quienes heredarán la responsabilidad de seguir mostrando la belleza y complejidad de Latinoamérica.

También en el relleno sanitario de la zona 3 se ha impulsado un programa de fotografí­a, en que los fotógrafos son los niños que viven en el lugar. La clave es preguntarles ¿qué quieres mostrarnos? ¿Cómo ves el mundo?

SUEí‘OS DE Jí“VENES

La idea del MINEDUC de cambiar el anacrónico sistema del curso de seminario de graduandos por uno participativo de investigación acción, en principio y teorí­a es buena, pero sin un adecuado seguimiento a cada estudiante y grupo, y de apoyo a los docentes, está destinado, como ocurrió este año, al fracaso.

Los proyectos estudiantiles resultaron en pequeñas obras de infraestructura local y muy pocos tendrán seguimiento.

Sin embargo, subsanando los errores que se tuvieron este año se puede lograr algo positivo en el nuevo sistema.

DEMOCRATIZACIí“N DEL ARTE

Estos programas de integración social son positivos, pero hace falta una institucionalización de los mismos, la creación de una red más extensa, más amplia en que cada proyecto tenga una incidencia real en las condiciones, y que garantice la continuidad de los esfuerzos en una polí­tica de desarrollo cultural.

La democratización del arte es una necesidad en paí­ses como Guatemala, porque a fuerza de pobreza, falta de preparación y búsqueda de sobrevivencia los pobres son cada vez más excluidos de la creación estética, y relegados a una función de espectadores lejanos, de come-migajas.

Para crear un concepto de arte en los menos favorecidos es necesario:

Iguales oportunidades para todos y todas.

Eliminación de toda forma de discriminación estética.

Apertura imparcial a nuevas propuestas.

Acercamiento a sectores más vulnerables socialmente y desposeí­dos económica, social y culturalmente.

Verdadero apoyo a los proyectos viables.

Integración económica del artista.

Igualdad supone, no sólo «admisión gratuita», sino brindad apoyo técnico, asesorí­a, asistencia económica, espacios publicitarios y logí­stica a los promotores culturales; dejar lo polí­ticamente correcto, para ingresar al concepto de lo estéticamente correcto. Crear una cultura crí­tica, que permita distinguir en el campo artí­stico el trigo de la paja.

Al formar escuelas de arte en que se aprenda a decir más que «qué bonito» sobre una obra, se encontrará el camino para lanzar con éxito, de nuevo el arte guatemalteco al mundo.

El artista nace, no se hace. En un candidato a residente de Pavón puede estar oculto un gran artista, un gran filósofo, un poeta. Pero no tiene el espacio para expresarse.

Es lamentable ver como colectivos como Folio 114 están con las puertas cerradas porque los problemas personales de sus integrantes impidieron el desarrollo de los programas iniciados.

El Ministerio de Cultura y Deportes debe crear las condiciones para la formación de artistas, y apoyar a los que sobresalgan, a las mejores propuestas.

La unificación de recursos también es fundamental, la comunicación entre dependencias culturales privadas, comunitarias, estatales y municipales, así­ como de los intelectuales y artistas individualmente considerados es un punto clave para el desarrollo del arte.

El arte debe dejar de ser aristócrata para ser demócrata. Ya se terminó la guerra ideológica y quedaron escombros de identidad nacional, encarguémosles a los artistas la labor de rehacer el tejido social.