Demócratas y oligarquí­a


La oligarquí­a es la antí­tesis de la democracia o del pensamiento demócrata. Recordemos que ese adjetivo que califica a un sistema de gobierno, la Academia Española lo define como: 1. Gobierno de pocos. 2. Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social. 3. Conjunto de algunos poderosos negociantes que se aúnan para que todos los negocios dependan de su arbitrio.

Roberto Arias

Por lo tanto, podemos comprender que la oligarquí­a podrí­amos calificarla como una dictadura promocionada y sustentada por los intereses del capitalismo salvaje y recalcitrante que empantana y se opone a los intereses y las necesidades primarias de la población.

Amplios segmentos de la oligarquí­a promueven y sustentan además, como corolario, la evasión de impuestos; el abuso y atraco financiero; contrabando; narcotráfico; robo legalizado de los recursos naturales del Estado; corrupción generalizada; clima de violencia; anarquí­a; transculturización (con fines de adicción al consumismo) y analfabetismo, entre otros. De esa manera mantienen a la población, como borregos o chompipes, dominada bajo un estado de terror o adormecida por un sutil manejo de sus emociones y a la par obtienen jugosí­simas utilidades.

La oligarquí­a es el ancestral pensamiento con el que se estructuraron los sistemas de gobierno y sociedad en Guatemala desde los inicios de la República, así­ como los de otros Estados mesoamericanos y latinoamericanos. Muchos fragmentos de la llamada clase media, en Guatemala, pasaron a otros niveles sociales dentro de una economí­a semipulverizada; casi desapareció y vive de recuerdos? con la zozobra de vivir para pagar los abusivos cobros de los servicios básicos (energí­a, agua y teléfono) ?privatizados?, dentro de otros, por el nefasto ílvaro Arzú Irigoyen.

Sin embargo, la dinámica del pensamiento y de los intereses humanos es tan profunda y tan inexpugnable, como tan insondable es el espacio sideral o los océanos terrestres hasta la fecha. Ahora que tendremos en un poco más de dos semanas a un presidente que promete que saldrá del esquema teórico de la compleja realidad guatemalteca, vemos que con mucha cautela se inicia el movimiento de fragmentos de las élites financieras, académicas, legales y universitarias, incrustadas en la derecha oligárquica, así­ como a articulistas de la prensa neoliberal, nuevos ricos, etc., que emprenden solapadamente un nuevo discurso, como un irreal y conmovedor sincretismo y mueven con disimulo su trasero hacia una corriente de pensamiento más flexible, menos rí­gida, más internacional y lógica, de una manera tal, que pareciera que están siguiendo al pie de la letra los movimientos sociales, económicos y polí­ticos del transfuguismo en los Estados Unidos, donde los republicanos se pasan con los demócratas y viceversa.

Como ejemplo vea usted (no tú o vos) respetable lector, el fenómeno de cómo los demócratas ganaron la Cámara Baja y consiguieron finalmente la mayorí­a en el Senado de EE.UU., después de que el candidato republicano por el estado de Virginia, George Allen, reconoció públicamente su derrota frente al demócrata Jim Webb. Es la reacción contra la polí­tica guerrera-empresarial de Bush.

Ojalá ílvaro Colom y su gabinete y Consejo de Estado, fijen su atención en su papel histórico y no en el papel moneda. ¡Así­ sea!