La oposición demócrata y los hispanos esperan que el presidente estadounidense, George W. Bush, se comprometa este martes en su discurso sobre el estado de la Unión, a trabajar con el Congreso para lograr una reforma migratoria que abra el paso a la regularización de indocumentados.
«Ojalá que el presidente diga en su discurso a la Cámara de Representantes y al Senado que es hora de avanzar con la reforma de la ley de inmigración», dijo el senador demócrata de Colorado Ken Salazar, en la primera rueda de prensa exclusivamente en español jamás ofrecida por un político estadounidense en el Congreso.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, también se comprometieron a trabajar con el presidente si demostraba en su discurso la voluntad de sacar adelante una reforma que prometió hace tres años exactamente.
El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, aseguró que Bush planteará al Congreso demócrata temas en los que «pueden trabajar juntos» y uno de ellos es precisamente la reforma de la ley de inmigración que quedó bloqueada en la Cámara de Representantes el pasado año por los republicanos.
Hace un mes, Bush había manifestado su intención de trabajar con los demócratas y su propio partido para poder cumplir este año su promesa de reformar el sistema de inmigración y crear un sistema de trabajo temporal para los extranjeros, que abriría el pasado a la regularización de millones de indocumentados.
En su discurso de la noche de este martes, «el presidente tiene la oportunidad de hacer su parte del trabajo para hacer avanzar una reforma completa de la ley de inmigración en 2007», afirmó Frank Sharry, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración.
«Esperamos y deseamos que haga una declaración fuerte en el estado de la Unión y se vuelva a comprometer con una reforma para este año que funcione, sea bipartidista e integral», añadió.
Para aumentar la presión sobre el Congreso, una amplia coalición ha sido creada la pasada semana que incluye a sindicalistas, empresarios, obispos, así como organizaciones hispanas.
A pesar del compromiso de Bush y de los demócratas, que controlan ambas cámaras del Congreso desde el 4 de enero, el futuro de la reforma todavía no está muy claro.
Como advirtió el congresista hispano Salazar, el tema debe ser tratado antes de que el país entre plenamente en la campaña para las presidenciales de 2008 y se compliquen así las posibilidades de aprobar una reforma que los republicanos bloquearon en septiembre antes de las elecciones legislativas de noviembre.
Además, los adversarios de la ley, pueden volver a bloquearla.
«La batalla va a tener lugar esta vez en el Senado y no en la Cámara de Representante como en la última legislatura», explicó a la AFP Daniel Restrepo, del Center for American Progress.
En el Senado, «los republicanos menos favorables a la reforma tienen la posibilidad de bloquearlo o hacerlo muy difícil», explicó el analista, en alusión a los 41 votos sobre 100 que pueden impedir la aprobación de un proyecto de ley o las trabas que se pueden poner para retrasar el debate.