Los demócratas Barack Obama e Hillary Clinton continuarán sus campañas más fuerte que nunca, luego de una semana en que la victoria de la ex primera dama en Pensilvania infundió nueva fuerza a su lucha por la nominación presidencial del partido, que podrían finalmente definir los «superdelegados».
El martes, Clinton, senadora por Nueva York, y Obama, senador por Illinois y quien lleva la delantera en la interna demócrata, se enfrentaron en Pensilvania, con la ex primera dama como favorita.
El resultado oficial arrojó una ventaja de 9,4 puntos porcentuales para Clinton, que obtuvo 54,6% de los votos y se aproximó así a la cifra que la mayoría de los analistas consideraba necesaria para que la senadora continuara en carrera, luego de varias derrotas a manos de Obama.
La victoria le dio a Clinton nuevos bríos, pero no definió la interna del partido de oposición, que podría verse obligado a dilucidar quién será su candidato mediante el voto de sus convencionales.
Son dos las primarias que restan por celebrarse en estados clave para los demócratas, ambas el próximo seis de mayo: una es en Carolina del Norte, en donde Obama tiene una ventaja de 15,5 puntos sobre Clinton en los sondeos, y la otra en Indiana, donde la senadora tiene 2,2 puntos de ventaja sobre su rival, de acuerdo con el sitio independiente RealClearPolitics.
Sin embargo, el nombre del postulante demócrata para enfrentar al republicano John McCain en la pugna por la Presidencia de Estados Unidos, podría tener que definirlo el Partido Demócrata mediante el voto de sus convencionales y en particular, de los llamados «superdelegados».
Estos convencionales son los únicos que en la convención partidaria, que tendrá lugar a inicios de septiembre, podrán votar por la opción que deseen, en tanto que los «delegados ordinarios» deberán votar por el candidato que resultó vencedor en las primarias de su circunscripción electoral.
En la cuenta por el voto de los delegados partidarios, Obama acumula 1.716 voces contra 1.588 de Clinton, pero ninguno de los dos está en capacidad de alcanzar los 2.025 necesarios para obtener la nominación.
Clinton argumenta que ella puede derrotar al republicano McCain y que ha demostrado que tiene fuerza suficiente para ser la candidata del partido y reunir el voto de las mujeres y la clase media.
«Creo que en el curso del último mes, demostré una fuerza verdadera. Esto se verificó el martes (en Pensilvania). Y es este tipo de fuerza la que los superdelegados toman en cuenta», dijo Clinton el miércoles a la televisora NBC.
La campaña de Obama rechaza que Clinton sea quien puede obtener el voto de las mujeres y la clase media.
«La clase obrera blanca se ha inclinado hacia el campo demócrata desde la década de 1980. Eso no ha cambiado ni cambiará en estas elecciones de 2008», argumentó el principal asesor de Obama, David Axelrod.
Sin embargo, el principal problema de Clinton a corto plazo tiene que ver con los billetes.
La candidata demócrata de 60 años, quien aspira a convertirse en la primera mujer presidente de Estados Unidos, acumula 10,3 millones de dólares de deuda, y cuenta tan solo con 9,5 millones de dólares de liquidez.
La posición financiera de Obama, de 46 años y quien busca convertirse en el primer presidente negro de la historia del país, es mucho más holgada, ya que al primero de abril disponía de 43 millones de dólares para financiar su carrera a la Casa Blanca.
Los «superdelegados» son los caciques del Partido Demócrata: gobernadores, parlamentarios federales, los ex presidentes Jimmy Carter y Bill Clinton, el ex vicepresidente Al Gore, ex responsables del Partido Demócrata en el Congreso, miembros de la dirección del partido. Todos ellos son «superdelegados» por derecho.
El Partido Demócrata cuenta con un total de 796 «superdelegados», que representan aproximadamente 40% de los votos necesarios para obtener la investidura del Partido.
El candidato republicano a la Casa Blanca, John McCain, tiene dificultades para hacerse oír en una campaña dominada por la liza demócrata con vistas a las presidenciales de noviembre, aunque logra sin embargo tomar rédito del feroz duelo entre Barack Obama y Hillary Clinton.
Según la firma especializada independiente RealClearPolitics, que ayer publicó en su sitio web una compilación de los más recientes sondeos, el senador republicano logra un empate en intenciones de voto con su adversario demócrata, independientemente de cuál de los dos aspirantes resulte nominado.
Entre los demócratas, ni Clinton ni Obama han logrado aún el número de delegados necesario para asegurarse la candidatura en la convención partidaria.
Si bien con las primarias del 4 de marzo en Texas y Ohio McCain obtuvo la cantidad suficiente de delegados para representar al partido de George W. Bush en la elección presidencial, no significa que en el bando republicano todo sea armonía.
Aunque el tema de la candidatura ya está definido, el calendario de elecciones primarias partidarias prosigue y surgen sorpresas para McCain.
En Pensilvania el martes, por ejemplo, mientras la atención se centraba en las primarias demócratas, en el bando opuesto resultó que de los 800 mil electores que votaron, cerca del 20% prefirió a uno de sus adversarios en la carrera partidaria, el declarado antiguerra en Irak Ron Paul o el cristiano conservador Mike Huckabee, ambos ya fuera de competición.
En una gira que lo llevó ayer a Arkansas (sur), Estado del que Huckabee fue gobernador, McCain llegó acompañado del ex aspirante presidencial al que los medios han mencionado como posible compañero de fórmula del senador de Arizona.
«Huckabee es un gran hombre y ha ayudado muchísimo en la campaña», dijo McCain ayer a la cadena CBS.
Aunque se ha mencionado el asunto de la edad, por los 72 años con que asumiría en caso de ser elegido para la Casa Blanca, McCain ha sido objeto de una cierta indulgencia de parte de los medios, que poco o nada se han referido a sus metidas de pata, como cuando dijo que Irán entrenaba a la red Al Qaida en Irak, o al apoyo que recibe de personajes incómodos como el pastor John Hagee, famoso por sus declaraciones homófobas o intolerantes para con los católicos.
Al contrario, los vínculos de Obama con su ex pastor Jeremiah Wright, acusado hace años por supuestos sermones antipatrióticos, son ampliamente comentados por los medios.
En ese sentido, McCain aprovechó ayer para exigirle a Obama presentar «excusas al pueblo estadounidense» por sus lazos con Wright, que era un militante radical de extrema izquierda cuando el aspirante demócrata apenas era un niño.
Además, McCain, quien se comprometió a realizar una campaña «respetuosa», acusó ayer a Obama de ser «el candidato favorito de Hamas».
Una de las dificultades de McCain es la de desmarcarse del impopular presidente Bush pero sin renegar de su apoyo.
El senador por Arizona apoya mantener a los soldados estadounidenses en Irak y ahora se inclina por el programa de rebaja de impuestos de Bush luego de haberlo criticado por largo tiempo.
Pero también ha protagonizado unos cuentos encontrones con Bush, a quien espera suplantar en la Casa Blanca el año entrante.