Han concluido las Convenciones Demócrata y Republicana. Tenemos una visión de lo que los dos partidos ofrecen y no queda sino cerrar, sin pena ni gloria, este nefasto período del Partido Republicano en la Casa Blanca y el Congreso. Es tiempo de apoyar a Barack Obama.
El Partido Republicano sigue anclado en el pasado: temor y terror. Primero, la supuesta «amenaza comunista» seguida de la «amenaza nuclear». Luego, los regímenes militares desencadenaron las peores represiones en América Latina y otras regiones para contener la «amenaza subversiva». Terminada la guerra fría y sin enemigos, aprovecharon el 11 de septiembre de 2001 para proclamar la «amenaza terrorista». Quisieron también generar la «amenaza islámica» y, recientemente, han intentado la reapertura en Georgia de una guerra fría con Rusia.
El senador McCain ofrece más de lo mismo, incluido el invento reciente de la «amenaza migratoria». Si bien mostró receptividad a la inmigración tiempo atrás, ahora ha cedido ante el Partido Republicano, cuya plataforma endurece las sanciones contra los inmigrantes y niega cualquier tipo de amnistía: más muros, xenofobia, más redadas tipo Iowa y más deportaciones. Verdadera «depuración social» que, a la vez, es «depuración étnica» de los morenos pobres e hispano-parlantes. Las debilidades del Partido Republicano saltan a la vista: membresía blanca, con afroamericanos y latinos de comparsa; candidato anquilosado en el militarismo del siglo XX; y candidata mujer con la única intención de atraer a quienes apoyaron a Hillary Clinton. La Sra. Palin crítica al senador Obama de no tener «experiencia ejecutiva»; mayor crítica se aplica al senador McCain. Y, por cierto, muy pocas mujeres pro Hillary apoyarán a esta opaca candidata.
La Convención de Denver respondió al clamor del pueblo estadounidense, que exige cambios. No más guerras inventadas; no más «guerras sucias», con cárceles clandestinas, torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales; no más corrupción y estafa a los ciudadanos; y no más irresponsable deterioro ambiental. Para los latinos, debe cambiar también la política exterior hacia América Latina y la de inmigración. Para Bush, la región latinoamericana no tuvo ninguna importancia; eso fue bueno, porque permitió realizar un necesario corrimiento hacia la izquierda. No obstante, la relación entre Estados Unidos y América Latina no puede ignorar que la cooperación mutua es indispensable para el desarrollo de ambos. Ningún ejemplo mejor que el fenómeno migratorio. La única fórmula para detener la migración del Sur no tiene que ver con muros, represión y persecución; depende de generar condiciones de desarrollo en los países emisores de migrantes.
Será fácil derrotar a McCain; pero el propósito debe ser también derrotar a tantos candidatos Republicanos al Congreso como se pueda. Serían ellos los que se opondrían a los cambios en Washington y en el país. No podemos esperar nada de ellos; éste es el momento en que podemos ayudar a que el sistema político de los Estados Unidos llegue finalmente al siglo XX. Más adelante podremos pensar en ayudar a que este país dé el salto necesario hacia el siglo XXI. Queda mucho camino por recorrer.