La democracia es una buena forma de gobierno, no porque garantiza que el pueblo elegirá a los mejores gobernantes, sino porque evita soportar durante un tiempo ilimitado, a los gobernantes que demuestran ser peores que mejores. Evita, por ejemplo, soportar gobernantes despóticos, o ineptos, o corruptos, durante un tiempo ilimitado.
Si la democracia otorga únicamente el derecho a elegir, los gobernantes pueden ejercer el poder del Estado durante el tiempo máximo que la Ley permite ejercerlo. Si la democracia otorga también el derecho a destituir, los gobernantes no necesariamente pueden ejercer el poder del Estado durante ese tiempo máximo. La democracia que sólo otorga el derecho a elegir es parcial o ficticia. La democracia que otorga también el derecho a destituir es total o auténtica. En la democracia parcial, entonces, los gobernados están obligados a soportar a los peores gobernantes hasta que transcurra el tiempo máximo que la Ley les permite ejercer el poder del Estado; y en la democracia total los gobernados no están obligados a soportarlos hasta que transcurra ese tiempo máximo, sino que pueden destituirlos antes. En la democracia parcial los gobernados sólo tienen la opción de actuar ilegalmente para destituir a los peores gobernantes; y en la democracia total, los gobernados tienen la opción de destituirlos legalmente. En la democracia parcial la queja, la crítica, el griterío o la cólera de los gobernados, son actos inocuos y hasta ridículos, que pueden merecer la burla y el desprecio de los gobernantes; pero en una democracia total son actos temibles, que pueden ser el inquietante comienzo de un proceso de derrocamiento legal. En una democracia total, el régimen político del Estado incluye instituciones, leyes o procedimientos que posibilitan la destitución de los gobernantes que hayan sido electos democráticamente. El régimen político incluye no sólo un tribunal electoral, sino también un tribunal «destitucional». Incluye no sólo una Ley electoral sino también una Ley «destitucional», o no sólo un procedimiento electoral, sino también un procedimiento «destitucional». El principio de este régimen político es que destituir gobernantes es más importante que elegirlos, porque en el acto de elección no hay certeza de que serán los mejores o los peores; pero cuando ya ejercen ese poder, hay certeza de que son los mejores o los peores. Si constantemente los gobernantes manifiestan ser los peores, constantemente habría que destituirlos, y elegir nuevos gobernantes. Es muy probable, sin embargo, que el riesgo de ser destituidos los obligue a ser mejores que peores y que, entonces, no sea necesaria una destitución constante ni, por consiguiente, una elección constante. Es imposible tener la certeza de que los candidatos elegidos para gobernar serán los mejores gobernantes; pero es posible tener la certeza de que, si no son mejores que peores, pueden ser destituidos. Es decir, en una democracia total o auténtica, la incertidumbre sobre el mejor o el peor ejercicio del poder del Estado conferido a los candidatos elegidos, estaría compensada por la certidumbre de poder destituirlos si el ejercicio de ese poder es peor que mejor. Un gran mal posible resultaría ser un menor mal real. Post scriptum. La democracia es el mejor modo de gobierno únicamente si es democracia total, es decir, si los ciudadanos tienen el derecho de destituir a los gobernantes que ellos mismos han elegido.