El decreto de estado de sitio establecido de manera parcial en el departamento de Alta Verapaz, ha puesto a la luz del día la corrupta intromisión de intereses venidos subrepticiamente extrafronteras, a poner en riesgo la estabilidad ciudadana, nacional y económica del país. Al mismo tiempo ha revelado el subconsciente de algunos dignatarios y funcionarios de ciertas organizaciones civiles, que son incongruentes con la situación que confronta nuestra patria y el Gobierno en el orden de la mejor convivencia humana.
Los sectores que han levantado su voz a favor dándole el respaldo al Gobierno en el estado de excepción han sido alentadoras, le dan apoyo a las acciones de buen gobierno para bien del país, como fueron los pronunciamientos de las cámaras de industria, comercio, negocios y empresarios; lo mismo que de la población civil de la propia cabecera de Cobán y el resto del departamento de Alta Verapaz que lo han visto como necesario en aquella área, como en otras de la República, aunque un poco retardada.
Mientras que, con asombro y decepción se escucharon las críticas acerbas de oposición al estado de sitio por algunos excepcionales diputados varones y mujeres, y de la organización Conversión de Derechos Humanos, cuando debieron estar realmente por los derechos del bien para la humanidad; exageraron su oposición sin razón fundamental ni propuesta positiva; y sólo faltó que la calificaran anticipadamente de crimen de: «Lesa humanidad», como ahora se estila por cambio de mentalidad, en la conversión de los verdaderos valores humanos.
Bajo este prisma de conducta humana, cordura y sensatez, se debiera tratar también los casos de los hermanos Venancio de Jesús y William Antonio Matta Sandoval, que fueron detenidos por la Policía Nacional Civil cuando enfrentaron a balazos a dos asaltantes dentro de un autobús con sus armas legalmente autorizadas para portarlas; defendiendo de la muerte, la vida del piloto, su ayudante, usuarios, más sus pertenencias, y fueron puestos en prisión; cuando la misma autoridad debiera de tomarlos como buen ejemplo para sanear a Guatemala.
El caso agresivo de la autoridad policial, que, en las redadas que hizo en la persecución de los que liberaron a un narcotraficante en Malacatán San Marcos, capturó en San Rafael Pie de la Cuesta a Mario Guillermo, Wilmer Aroldo y Sergio Alexander de León Cito, por una coincidencia de ser del vecindario donde se perseguía a los otros; y tienen el testimonio a su favor de más de 200 personas de una iglesia evangélica; y el no menos honorable del Alcalde de la localidad. Pues si no es justificadamente que los apresaron, aliviados estamos con la Policía Nacional y la conversión de los valores humanos en Guatemala. Esto sucedió el 12 de diciembre del 2010.
Es de esperar que el sector oposicionista, diputados, convergencia y policías por igual recapaciten, y llegue a tener mejor y más alto concepto de los valores ciudadanos; y borrar la idea de que están más con los malos, que con los buenos guatemaltecos.
Definitivamente el hito histórico del tema está en el árbol del bien y el mal, y que se da más profusamente el fruto del mal que el del bien desde la juventud del corazón. Y a menos que se resista al mal por los medios naturales del derecho, la justicia y la buena gobernabilidad; y se bote el lastre del mal en el corazón, Guatemala no se enderezará. La policía, Ministerio Público y tradicionalmente jueces del Poder Judicial (además de los árbitros del fútbol), todavía son eso: lastre; mientras los corazones no sean regenerados y den el fruto del árbol del bien que siempre será el mejor en toda la tierra.