Del estado de bienestar al del mayor malestar


Oscar-Clemente-Marroquin

Los países de Europa llegaron a generar lo que algunos consideran como el estado de Bienestar debido a los beneficios sociales que han caracterizado la vida en la mayoría de esas sociedades. La corrupción, pública y privada, fue minando los recursos que se requieren para mantener ese ritmo de vida y ahora se diseñan políticas de rescate, no sólo a Estados que manejaron irresponsablemente la deuda, sino también a bancos cuyos ejecutivos participaron de la criminal explotación de la burbuja inmobiliaria que ya está pasando factura.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


El problema, sin embargo, es que el rescate se condiciona a medidas de ajuste que significan la drástica reducción de los beneficios sociales de los pueblos de esos países víctimas de corrupción pública y privada. No se aprieta la mano en contra de los ladrones, de los políticos corruptos o de los banqueros voraces, sino que se exige la reducción de beneficios sociales para la población y hasta de salarios, en muchos casos.
 
 Guardando las distancias, lo que Alemania exige ahora a los llamados PIGS, es decir a Portugal, Italia, Grecia y España, tiene mucho de parecido con aquellas draconianas condiciones que impusieron al pueblo alemán las reparaciones decretadas por el tratado de paz tras la Primera Guerra Mundial. En los años veinte, Alemania pasó a convertirse en un estado de malestar, como el que se observa en los países del sur de Europa, y precisamente esas exigencias que empobrecieron tanto al pueblo alemán fueron el caldo de cultivo para el crecimiento exponencial de los nacional socialistas de Hitler, puesto que los pueblos ahorcados por ese tipo de medidas económicas se encampanan con el primer líder que ofrece conducirlos hacia la liberación de sus sufrimientos.
 
 Ayer Italia y España hicieron frente común para contener las exigentes condiciones que impone la canciller alemana a los países de la zona Euro que acuden a las medidas de rescate. Su posición fue tan firme que de alguna manera hicieron cambiar la terca actitud de la señora Merkel, pero sin duda que los próximos meses serán muy importantes en términos más políticos que económicos, puesto que no son muchos los pueblos que hacen gala de absoluta indiferencia y resignación, como la que mostramos los guatemaltecos. En Europa hay ya movimientos que apuntan a la protesta enérgica contra la reducción de los beneficios sociales porque mucha gente que durante toda su vida ha pagado impuestos, ve que se le imponen enormes sacrificios mientras los políticos sinvergüenzas y los más voraces banqueros, se benefician con el dinero del rescate sin tener que poner el más mínimo sacrificio de su parte.
 
 No tarda en surgir en esos países del sur de Europa algún liderazgo radical, a lo mejor poco responsable, pero con un discurso de reivindicación que agrade a la opinión pública castigada injustamente y que tiene que pagar los elotes que otros se comieron. Porque el tema está en que es indudable que tiene que haber un ajuste estructural, pero ocurre que como pasó cuando el FMI lo impuso a nuestros países, el mismo no se aplicó a los que se alzaron con los bienes públicos, sino a la gente común y corriente que era la que ya pagaba impuestos y que al final de cuentas pierde la oportunidad de recuperar vía beneficios sociales esa inversión.
 
 La pita siempre se rompe por lo más delgado y así vemos que mientras en España, por ejemplo, los banqueros siguen gozando de salarios y bonos multimillonarios, el asalariado tiene que renunciar a parte de sus ingresos si quiere mantener el empleo y eso significa ni más ni menos que debe sacrificar su calidad de vida. Y el contraste entre los culpables de la crisis y los que no tuvieron arte ni parte es enorme, porque son estos los que pagan los platos rotos.