«Estamos para rechazar la forma abusiva de abrogarse la voluntad comunitaria y de cómo ustedes creen saber lo que le conviene a los pueblos.»
Carta del pueblo chortí.
El sistema económico que impera en Guatemala utiliza el silencio como herramienta para garantizar el sometimiento de la mayor parte de la población a intereses mezquinos de unos cuantos que, nunca saciados, intentan sacar provecho y ganancia de todo cuanto haya alrededor. «Â¡A callar!» es su mandato cotidiano.
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Utiliza la parafernalia y los discursos lastimeros para hacer creer a la mayoría que las desgracias que sobrevienen a la población más pobre y excluida vienen de cualquier otra parte y no como consecuencia de la acumulación de tanta riqueza, de tantos recursos productivos, en sus manos, en sus pocas manos. Cada año acostumbran a masturbarse la conciencia practicando la caridad en esas regiones afectadas por la falta de lluvias y, donando alimentos, logran tranquilizar los resabios de culpa que les deja ver a tanto niño con la panza hinchada y las piernas escuálidas.
¡Y vaya si no son cínicos! Mientras una mano parece alcanzarles para darse de golpes en el pecho, con la otra trazan planes para despojar a la población de los recursos naturales indispensables para vivir. Y nuevamente en silencio, de puntillas, y con engaños, se aseguran unas cuantas firmas y huellas digitales para decir que el pueblo chortí de Jocotán está a favor de la construcción una hidroeléctrica sobre el río Jupilingo.
Obviando el mandato del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la empresa «Desarrollo de Generación Eléctrica y Manejo de Recursos Naturales, Las Tres Niñas S.A.» no efectuó una consulta en las comunidades para saber si les aceptan o no la construcción de la hidroeléctrica El Orégano y, conscientes de los errores de su Estudio de Impacto Ambiental (EIA), trataron de alcanzar a escondidas el permiso del Gobierno para que nadie tuviera la oportunidad de presentar objeciones.
Sin embargo, las comunidades chortíes de Jocotán, conscientes de la necesidad de proteger la única fuente de agua que tienen para vivir y para regar sus cosechas, han decidido romper el cerco de silencio que les han tratado de imponer, y presentaron más de tres mil firmas al Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) para que se revise el EIA de Las Tres Niñas, S.A., y para que se realice una consulta popular en donde la población decida sobre la viabilidad o no de la construcción del proyecto. «De esta forma -asegura una carta que fue presentada al gobierno la semana pasada por cien representes de la región chortí-, preservará la vida, el desarrollo sustentable, la paz y el buen vivir en esta región golpeada constantemente por severas crisis alimentarias producto del abandono y exclusión social, política y económica a la que ha sido sometida históricamente».
Hasta el momento, el actual Gobierno se ha manifestado abiertamente a favor de las iniciativas privadas que les interesa la extracción de minerales a cielo abierto, la construcción de hidroeléctricas y la depredación de los recursos naturales de nuestro país, pero debe tomar en cuenta que este caso es sumamente especial, ya que las comunidades que pueden ser afectadas por la utilización del río Jupilingo para la generación de electricidad, son amenazadas constantemente por la falta del recurso hídrico.
La manifestación es una manera de hablar, y la consulta popular, tal como se contempla en el Convenio 169 de la OIT y en el Código Municipal, es una de las formas más democráticas para que una comunidad pueda hacer valer su derecho a la palabra, su derecho a decidir, no como lo acostumbra la iniciativa privada, que impone sus intereses y luego culpa a otros sobre las desgracias que caen sobre la población. Dejen que el pueblo de Jocotán hable, dejen que diga qué es lo que les parece mejor sobre el río Jupilingo. Ya verán que este pueblo chortí no es portada de periódicos únicamente por la hambruna.