Kelly Fernanda Cardona se despidió muy temprano de este mundo. Ni siquiera tuvo suficiente tiempo para aprender a hablar o caminar. Tenía apenas 8 meses de edad y se encontraba totalmente indefensa cuando fue brutalmente asesinada.
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Nunca pudo contar la corta historia de su vida, y de no ser por un grupo de mujeres, su caso solo sería un dato más entre las estadísticas de muertes por violencia. Esta es la historia de un movimiento ciudadano que se interesa en que los guatemaltecos conozcan este y otros casos desgarradores que reflejan el nivel de inseguridad en el país, y que llaman a una reacción ciudadana ante la violencia y la impunidad.
“Mi nombre era Kelly Fernanda Cardona, tenía 8 meses de vida, destrozaron mi cráneo con un balazo en el rostro. Dejaron mi cadáver dentro de un maletín en la Avenida Elena. Nadie reclamó mi cadáver”. El mensaje fue bordado en un pañuelo por un grupo de mujeres que cada domingo, desde diciembre pasado, se reúnen en el Hipódromo del Norte, zona 2.
María Eugenia Luarca y un grupo de cuatro amigas empezaron con las juntas y cada vez más personas se les han sumado. Los bordados son singulares, ya que conllevan una protesta silenciosa en contra de los altos índices de violencia, especialmente en contra de mujeres y niñas, cuyas historias quedan plasmadas en las telas para no ser olvidadas.
El caso de Kelly Fernanda es, probablemente, uno de los más conmovedores y desgarradores, pero no es el único. Lamentablemente, cada vez hay más historias de niñas y mujeres muertas de forma violenta en la producción de pañuelos.
“Carmen Virginia Tuez Franco. Tenía 35 años, vivía junto a sus hijas de 6 y 11 años en la zona 7, subsistía de la venta de atol y churrascos. Fue asesinada el 16 de enero de 2013 por razones que se desconocen. Su cadáver tenía señales de estrangulamiento con cinta de aislar. También asesinaron ese día a sus dos hijas y a su sobrina de 22 años”.
Estas son algunas de las historias que Luarca y sus amigas han bordado en seis domingos consecutivos desde el 23 de diciembre del 2012, rescatando las historias de mujeres y niñas que han muerto de manera violenta en el país, que de acuerdo con el informe “Femicidio: un problema global” se ubica entre los 12 países con mayor tasa de muertes de mujeres en el mundo, con 9.7 muertes de guatemaltecas por cada 100 mil habitantes.
“Los bordados se realizan para visibilizar esos casos y que las personas fallecidas no sean solo una cifra más”, indica Luarca.
María Eugenia cuenta que pensó en realizar los bordados con los nombres de las víctimas de violencia que hay en el país, a raíz de una acción similar que nació en México para recordar a las víctimas fallecidas dentro del sexenio del expresidente Felipe Calderón.
Sin embargo, en Guatemala, decidió enfocarlo para visibilizar las muertes violentas de mujeres, incluyendo los femicidios, pero también para protestar de una manera creativa y no quedarse de brazos cruzados ante la situación de violencia que hay en el país.
“Me llamó la atención hacer algo similar, hacer una protesta creativa y constante, porque no puedes esperar que la gente se vista de negro o de blanco y salga y proteste un día y luego regresa a su vida normal”, indica.
CATARSIS Y PREVENCIÓN
En un principio esta ‘protesta creativa’, como lo llama María Eugenia, era abrir un espacio para visibilizar las muertes violentas de mujeres, porque mucha gente no sabe cómo colaborar y es más fácil cruzarse de brazos; “el objetivo era abrir un canal de denuncias y sentirse parte de la gente que no se está quedando callada y cruzada de brazos, era como una forma de catarsis a través de visibilizar las muertes violentas y que no sean solo cifras”, explica.
“Tristemente eso es lo que sucede. Los muertos se convierten en cifras. Uno despersonaliza las muertes y mientras más despersonalizadas están, es más fácil que la sociedad permanezca indiferente, señaló.
Por otro lado, María Eugenia indica estar consciente de que hacer esta catarsis no es suficiente, ya que a medida que avanzan los domingos más gente se ha sumado, pero espera que les ofrezcan orientación y ayuda, lo cual, indica, por el momento no tienen cómo darla. “La gente espera que hagamos algo como Sobrevivientes, que apoya a las víctimas, pero nosotros aún no tenemos esa estructura”, señala.
“Me doy cuenta que existen necesidades que cubrir porque llegan mujeres que necesitan acompañamiento y que llegan con nosotras en el momento de la prevención, que me parece muy clave (…) uno piensa “estas son víctimas potenciales” y entonces te das cuenta que la gente se acerca antes de que se repita un patrón, antes de que la maten, indica.
Hay una necesidad latente de hacer un acompañamiento no solo a la víctima muerta sino a la víctima potencial, antes de que se convierta en un número más, agrega.
Luarca indicó que por ahora refiere a las víctimas potenciales de violencia intrafamiliar con organizaciones que apoyan a las mujeres; por ahora su idea es aceptar la ayuda voluntaria que le han ofrecido psicólogos y abogados para hacer una red, aunque reconoce que la logística del voluntariado es un poco complicada.
Por el momento los integrantes de Bordamos para no Olvidar siguen escribiendo historias con aguja e hilo; hemos bordado 30 casos en pañuelos y hay 78 casos en proceso y aún hay mucha gente que se quiere involucrar, señaló la entrevistada, quien se sorprende de la aceptación que ha tenido su propuesta, “todo ha ido demasiado rápido” indicó.
Para María Eugenia, todos los casos que bordan son impactantes pero los que involucran niños afectan más “porque soy madre y veo que se cometen con mucha saña y crueldad, como el caso de Jennifer Vásquez Alquijay, quien recibió 83 golpes antes de morir y 53 después de muerta, es algo que no logro comprender”, señaló.
EXISTE APATÍA
A pesar de la buena aceptación que ha tenido Bordamos para no Olvidar impulsado por Luarca, Eleonora Muralles, de Familiares y Amigos contra la Delincuencia y el Secuestro (FADS) considera que existe apatía de la ciudadanía para involucrarse y reclamar un mejor entorno a las autoridades, también se ha perdido la solidaridad.
Cualquier ciudadano puede ser víctima de la violencia, a diario mueren unas 17 personas de manera violenta, pero es como si se formara una coraza y las personas dijeran “a mí no me va a ocurrir y a la vez no me importa lo que le pase al vecino”, indicó Muralles.
He participado en las Marchas del Silencio que se hacen el primer sábado de cada mes, a raíz de la muerte de dos mujeres y dos niñas en enero pasado; en la primera convocatoria llegamos unas 50 personas y en la segunda llegaron menos, entonces nos preguntamos ¿qué pasa?, porque poco tiempo después dos niñas fueron muertas a balazos y no hubo la misma reacción ciudadana, lamentó.
Es como si la gente se acostumbrara a la violencia y a la vez le da temor y no tiene confianza en las autoridades para seguir procesos, por lo que todo se queda en el olvido, señaló.
Muralles puso de ejemplo el asesinato de la abogada Lea de León. Vi en las redes sociales los mensajes de indignación, pero pasa el tiempo y en la mayoría de los casos no se llega a encontrar a los responsables, se quedan en impunidad y todo se olvida, dijo.
Creo que hay un problema en los guatemaltecos que no reaccionamos ante esta violencia que debería ser intolerable; en otros países miles de personas salen a las calles a protestar, aun cuando no resuelve el problema, pero por lo menos muestran su indignación; pero creo que hemos perdido la indignación en el país, señaló Muralles, quien considera que hay que empezar a recuperar los espacios públicos.
SOCIEDAD AVALA VIOLENCIA
Ninfa Alarcón, responsable de Derechos de la Niñez de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), explica lo que a su consideración es una de las causas detrás de los asesinatos de niñas y niños, crímenes que han conmocionado por la saña con que se han cometido.
Alarcón señala que en los últimos meses los casos de violencia contra la niñez han ido en aumento; lamentablemente reaccionamos cuando los casos llegan a extremos como el de la niña Jennifer Vásquez Alquijay, que fue presuntamente asesinada por su madre, dijo.
Sin embargo para la activista la violencia en contra de la niñez en Guatemala tiene causas estructurales, sociales, económicas y culturales porque “los niños no son vistos como personas, cultural y socialmente son vistos como de nuestra propiedad. Los adultos somos quienes tomamos decisiones y opinamos, los niños solamente tienen que obedecer y un método de corrección tan avalado socialmente es el golpe, el castigo y el maltrato físico”.
Ese aval que le damos llega a casos extremos como el de la niña fallecida, en que su madre cree que no actuó mal sino que estaba corrigiendo a una niña, señaló; según Alarcón, lo que esos casos hacen es evidenciar un problema de fondo donde los niños no son tomados como sujetos de derechos y es para la ODHAG una de las causas fundamentales de la violencia intrafamiliar y del maltrato infantil.
Es preocupante porque la mayor violencia en contra de niños y jóvenes se está dando en los lugares que deberían ser de protección como en el hogar y la escuela; creemos que hay que hacer un proceso muy fuerte de reflexión como sociedad y sobre todo a nivel del Estado, para quien la niñez no es una prioridad dijo Alarcón.
¿QUÉ ES EL FEMICIDIO?
De acuerdo con el Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM), desde el 2000 se han registrado al menos 6 mil 441 muertes violentas de mujeres en Guatemala, sin contar con las estadísticas del 2012. En 2012 murieron 560 mujeres de manera violenta en el país y en comparación, en Costa Rica fueron 18, según el informe “Femicidio: un problema global” que forma parte del estudio “Small arms Survey”.
Sin embargo no todas estas muertes se pueden considerar como un femicidio. De acuerdo con la Ley, femicidio es “la muerte violenta de una mujer ocasionada en el contexto de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, en ejercicio del poder de género en contra de las mujeres”.
La misoginia es el “odio, desprecio o subestimación a las mujeres por el solo hecho de serlo”.
Victoria Chanquín, investigadora del GGM, señala que para que una muerte violenta de una mujer se considere un femicidio tienen que tener ciertas características, una de ellas es cuando las razones que lleven al asesinato sean por parte de personas que hayan establecido una relación de convivencia, intimidad, noviazgo o amistad con la víctima.
Según la Ley de Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer, también se califica como tal, como resultado de la reiterada manifestación de violencia en contra de la víctima, como resultado de ritos grupales usando o no armas de cualquier tipo, en menosprecio de la víctima para satisfacción de instintos sexuales o cometiendo actos de mutilación genital o cualquier otro tipo de mutilación.
Por misoginia o cuando el hecho se cometa en presencia de las hijas o hijos de la víctima.
¿Dónde buscar ayuda?
Se puede buscar ayuda en GGM, ubicada en la 2ª calle, 8-28, de la zona 1, tercer nivel, Edificio Los Cedros. Teléfonos: 2250-0235, 2230-2674 y 2285-3520
Fundación Sobrevivientes
12 calle 11-63, zona 1
Teléfono: 2245-3000
Defensoría de la Mujer de la oficina del Procurador de los Derechos Humanos
12 Av. 2-72, zona 1
Teléfonos: 2424-1717 y 2424-1775, extensión 1775
Tres casos de impacto
“Jennifer Alejandra Vásquez Alquijay. Tres años. Recibí 83 golpes antes de morir y 53 después de muerta”.
“Mi nombre era Kelly Fernanda Cardona, tenía 8 meses de vida, destrozaron mi cráneo con un balazo en el rostro. Dejaron mi cadáver dentro de un maletín en la Avenida Elena. Nadie reclamó mi cadáver”.
“¡Cuánta sangre tiene! ¿Por qué tanto daño? ¿Qué te hizo?” Ana Lorena Juárez, madre. “Jennifer Melissa Castañaza. Fui ultrajada y asesinada por mi primo que también asesinó a mi abuela, cuando esta lo descubrió. Yo tenía 8 años”.