Si al asumir la Presidencia el General Pérez Molina hubiera dispuesto resolver el problema del transporte colectivo que le aflige a la población guatemalteca desde hace muchos años, aseguro que el pueblo se hubiera levantado al unísono para brindarle un largo y sonoro aplauso. Pero no, prefirió escuchar a sus asesores para ponerse a despenalizar las drogas o modificar la Constitución, cuando caen por su propio peso ser innecesarias e inútiles.
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De candidato tuvo el suficiente tiempo para armar un buen plan para desarrollar sus programas de trabajo y no hacer las cosas a rajatabla y como ejemplo, hasta ahora se está hablando de contar con excesiva burocracia cuando eso viene ocurriendo desde don Gabino Gaínza.
El estimado lector habrá podido notar que no hablo de entrarle al problema de la delincuencia, ni del combate a la corrupción, mucho menos de acabar con la espantosa impunidad que nos aflige. Esos sí que son asuntos de ligas mayores, en donde va a necesitar emplear todos sus esfuerzos para que los tres organismos del Estado trabajen en armonía, sobre todo en absoluta coordinación, para que no siga ocurriendo el adormecimiento aplicado por los diputados a su emisión de leyes.
El problema del pésimo servicio del transporte tanto urbano como extraurbano perjudica a todos. No hay chapín que no sufra las consecuencias. Por lo menos llevamos 30 años de ver solo paliativos, mientras sigue en completa anarquía dejándolo en manos de la bien organizada mafia que ha mantenido todo ese tiempo a los más de 14 millones de habitantes pendientes de un delgado hilo. ¿Es que tan ocupado se ha mantenido el General Pérez que no se ha percatado de las penas que pasan los usuarios para atender sus obligaciones diarias? ¿Nadie le ha informado de la millonada de quetzales que perciben los supuestos “empresarios” en subsidios, de los cientos de miles de personas que han muerto o que están sufriendo serias incapacidades debido a la infinidad de accidentes que han provocado, aparte de la tremenda contaminación ambiental?
No es justo seguir teniendo a la población en tan tristes condiciones. Los “Tomates” son la demostración palpable de que Guatemala vive en el pasado. Los pocos autobuses del “Transurbano” ya están dando muestras de seguir el mismo camino trazado por sus predecesores y el “Transmetro” ya empezó con las mismas mañas, dejando a cientos de pasajeros en las estaciones o sin hacer las paradas reglamentarias.
Para colmo, nuestras autoridades siguen evidenciando su incapacidad e ineficiencia, pues no cuentan con el suficiente poder de convocatoria para organizar entradas y salidas escalonadas de los centros de trabajo u otra solución alternativa. ¿A dónde vamos ir a parar entonces?, ¿estará dispuesto el gobierno central y el municipal a enfrentar la responsabilidad de estar provocando un paro nacional con sus terribles consecuencias? Eso ocurre siempre después de tanto dejar hacer y dejar pasar.