«Estamos cambiando 90 caballos por 120 diputados», son las palabras finales del actual presidente del Parlamento Centroamericano -Parlacen- al responderle a la periodista Marcela Fernández de Prensa Libre, su interrogatorio sobre cuál es el motivo principal para cambiarse de sede; informando que tienen gente trabajando hasta en el sótano del alquilado actual edificio y porque a su juicio se requiere de una sede digna para el desarrollo de las funciones regionales de dicha entidad, aunque ello represente que los niños discapacitados que requieren de equinoterapia, que brinda la Escuela Militar de Equitación vaya a desaparecer o en el mejor de los casos, se vaya a otra parte.
La Constitución vigente dice que el «Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común» y yo pregunto: ¿en qué beneficia el bien común de nuestro pueblo, el que el país forme parte del Parlacen, como que éste tenga su sede en Guatemala? Con quien haya platicado al respecto, hemos coincidido en que pertenecer al Parlacen no fue ninguna buena inversión, sino un mal gasto que mejor se debió haber hecho en tantos proyectos o programas útiles para alcanzar el bien común.
No han sido unos cuantos centavos lo que a los pueblos centroamericanos les ha costado sostener el Parlacen sin obtener nunca buenos resultados, en cambio, haya servido de refugio para trasnochados políticos o interesados ex funcionarios en su particular afán de preservar tantos mal habidos beneficios. Por ello, es que manifiesto con absoluta certeza ¡prefiero los 90 caballos! que tantos beneficios representan a discapacitados niños, que a los 120 diputados improductivos y remoras para el Erario nacional. Esto no es más que otro gran error del ex presidente Berger, cuando poco antes de terminar su período prefirió favorecer al Parlacen, donándoles el terreno del que estamos hablando, perjudicando con ello a gente que por humanidad y beneficio social, indudablemente más lo necesita.
Creo que todavía es tiempo de enmendar el error. El presidente Colom, así como dejó sin efecto el Acuerdo Gubernativo 4090-2007 que donaba las fincas que conforman la Ciudad de los Deportes, cuyo estadio iba a ser utilizado en otro jugoso «negocito» de unos cuantos, ahora podría hacer lo mismo y si tanta es la gana de hacer el edificio el Parlacen, que entonces le dieran en usufructo un pedazo de terreno en las fincas del Estado en el Mariscal Zavala o en Vista Hermosa, original idea de su propio Presidente. Y, si fuera indispensable, también el Presidente podría recurrir a la facultad que le confiere el Artículo 173 de la Constitución, sometiendo la decisión política de especial trascendencia al procedimiento consultivo de todos los ciudadanos. ¿Es que la soberanía no radica en el pueblo pues?