Deficiencia alimentaria, un problema cada vez más urbano


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El estilo de vida del guatemalteco promedio que reside en la ciudad Capital, en los municipios aledaños y los centros urbanos contribuye en la manera en que se alimenta; con una rutina acelerada debido a las exigencias de la vida moderna, la mayoría descuida su alimentación,

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POR REGINA PÉREZ
lahora@lahora.com.gt

Especialmente en la mañana y en muchas ocasiones lo que consume carece de los nutrientes necesarios o se excede en ciertos alimentos que le pueden generar sobrepeso u obesidad, y en consecuencia enfermedades como la diabetes y padecimientos cardiovasculares.

Aunque el principal problema relacionado con la alimentación del país es la desnutrición, presente sobre todo en el área rural –donde  más del 55 por ciento de los niños menores de 5 años la padecen de forma crónica–, en el área urbana existe otro tipo de deficiencias nutricionales, relacionadas principalmente con el estilo de vida actual.

El proceso de urbanización acelerado ha contribuido a una transición en los hábitos y costumbres alimentarias con consecuencias negativas; cada vez es más frecuente que personas desayunen y almuercen fuera de casa, en el camino hacia el trabajo o dentro de él, y opten por productos que sacian el hambre, pero que no aportan suficientes nutrientes.

En este contexto, la economía informal ha florecido y ofrece opciones de alimentación a bajo costo; en el área metropolitana se observa el surgimiento de una gran cantidad de ventas callejeras de alimentos y la oferta de comida rápida también ha experimentado una expansión.

Los estómagos se llenan a diario y los comerciantes venden cada vez más, ¿es funcional el sistema?

¿CÓMO NOS ALIMENTAMOS?
Carmen Gómez, un ama de casa de la colonia El Milagro, zona 6 de Mixco, cuenta que usualmente prepara para su familia un desayuno típico, compuesto de frijoles, huevos y café; sin embargo, cuando llega la temporada escolar, sus tres hijos que van a la escuela únicamente pueden consumir cereal con leche, ya que ingresan a su establecimiento educativo a las 7:20 horas.

Gómez comenta que también prepara para sus hijos una refacción que consiste principalmente de pan con frijoles, pan con jalea y una botella de jugo o fresco. “También les damos Q2 para la hora del recreo”, indica.

Los niños parecen estar satisfechos con el desayuno y la merienda, pero esto no sucede en todos los casos.

José Cuevas es un joven ejecutivo que trabaja en una empresa constructora ubicada en la zona 10; antes de salir a trabajar suele tomar algo ligero en su casa, como un jugo, porque no está acostumbrado a comer alimentos pesados por la mañana; desayuna hasta las 9:30 horas y suele llevar bocadillos a su oficina, pero cuando no lo hace opta por comprar en cafeterías.

Para el almuerzo, si lleva comida de su casa, se las tiene que arreglar para conseguir tortillas; por otro lado, si se quiere comer bien busca un local de alimentos, aunque en esa área sale un poco caro.

Entonces, elige la opción más barata, pero no la más saludable y nutritiva. Un “shuco” en esa zona suele costar de Q15 en adelante y un almuerzo ejecutivo de “comida chapina” por lo general desde Q25, incluso hay “comedores ejecutivos” que ofrecen servicio a domicilio; también existe la opción de los restaurantes de comida rápida que ofrecen combos económicos que oscilan entre los Q25 y Q29; el food court de los centros comerciales donde hay más variedad.

En zona 1 existe diversidad de comercios que ofrecen distintas opciones de almuerzo, como hot dogs y hamburguesas desde Q12, almuerzos desde Q15 y varios locales de comida rápida con precios mucho más elevados; en cada esquina también se pueden localizar los puestos de jugos de naranja, cuyo precio es de Q5.

Otra alternativa de comida rápida que ha proliferado en la ciudad Capital son los locales de pollo frito, que tienen una amplia demanda por los precios mucho más bajos que los que ofrecen los restaurantes tradicionales.

La nutricionista Mary Jane Cordero señala que, según su experiencia, muchos ejecutivos o trabajadores llegan a su oficina sin desayunar y los que compran comida en el camino usualmente se conforman con un pan con frijoles o huevo, para comer rápido y a media mañana meriendan la refacción como un desayuno.

Cordero explica que si el desayuno consiste en un jugo de naranja, fruta, pan con frijoles y huevo, la persona tendrá carbohidratos y proteína que le darán la energía inicial para empezar su día.

Si los panes incluyen salchicha y huevo acompañado de un jugo de naranja, equivaldría a dos tortillas con frijoles y huevo, lo que supone un desayuno balanceado, a menos que sea frito o agregue café, que no contiene nutrientes. 

Debido a que muchas personas compran alimentos en la calle “por las prisas o factores económicos”, la profesional de la nutrición señala que una desventaja sería la poca higiene de los alimentos; muchos no tienen licencia sanitaria para trabajar y la higiene en la preparación no será la más adecuada, indicó.

Por otro lado, cuando se compra comida para “salir del paso” o para mitigar el hambre tampoco se llena la cantidad de requerimientos que se necesita por tiempo de comida, explica Cordero. 

Suponiendo que la persona sea un hombre ejecutivo de 25 años, que permanecerá sentado de las ocho de la mañana a las cinco de la tarde, necesitará un promedio de 2 mil 500 calorías al día; si se dividen esas 2 mil 500 en tres comidas fuertes significarán poco más de 800 calorías por tiempo de comida, pero ese consumo no garantiza que los productos sean de calidad y nutritivos.

En cada tiempo de comida habría que hacer una equivalencia en un 60 por ciento de carbohidratos, 20 por ciento de proteínas y 20 por ciento de grasa; se puede usar un poco de grasa en el desayuno como crema, siempre y cuando la persona la gaste, pero si no la necesita lo que sucederá es que comenzará a acumularla, explica.

A esto se suma la cantidad de calorías que se consumen por cada tiempo de comida, porque a veces los alimentos que se ingieren no llenan esa cantidad; por ejemplo, al tomarse un jugo de naranja con huevo crudo se da la sensación de llenura, eso porque la proteína no es procesada bien por el organismo y luego la elimina.

La nutricionista manifestó que si un individuo no tiene suficiente energía no va a rendir para poder trabajar; si llega a su trabajo sin desayunar o de hacerlo a horas muy tempranas, lo hará con mucho sueño e incluso con mal carácter.

«Creo que sí vale la pena desayunar un jugo de naranja o un pan con huevo, pollo o queso, que es parte de la tradición de las personas que salen temprano; lo importante es tener la proteína y los carbohidratos necesarios, ya sea en el desayuno o en la refacción», apuntó.

“No comer es como no cargar gasolina al auto”, ejemplifica.

SOBREPESO Y OBESIDAD
La nutricionista Claudia Nieves dice que la vida moderna y el hecho de que muchos trabajadores residen en las llamadas “ciudades dormitorio”, que les obligan a salir más temprano de sus hogares hacia la ciudad Capital, ha incidido en que se adopten costumbres alimenticias nocivas, como saltarse el desayuno, que es el más importante de los tres tiempos de comida tanto para niños como para los adultos, porque después de un promedio de ocho horas sin comer el cuerpo necesita nutrirse.

«Lo peor que pasa al no desayunar es que comemos lo que encontramos en la calle y la gente cree aún en el mito de que beberse un jugo de naranja con un huevo es un buen desayuno o para la refacción se come una doblada grasosa y un vaso de atol, que no es lo mejor», indica. 

De acuerdo con Nieves, quien tiene una maestría en Nutrición por la Universidad de Cornell (Estados Unidos), derivado de la mala alimentación en el área urbana se pueden identificar dos extremos; uno es que la persona no consuma los nutrientes adecuados pese a consumir alimentos en los tiempos y otra es que se exceda con alimentos hechos a base de harinas o fritos, lo que se conoce como comida rápida o “chatarra”, los cuales carecen de vitaminas y minerales.

El hecho de que uno coma bastantes alimentos o alimentos que llenan, como los altos en harinas o fritos que mantienen a una persona con la sensación de llenura, no significa que uno consuma suficiente y variado, acota la profesional.

Todos estos alimentos rápidos o de chatarra no tienen las vitaminas y minerales que una persona necesita, como el hierro y el ácido fólico; es un fenómeno al que se conoce como la “obesidad en la pobreza”, porque uno cree que está comiendo bien y bastante, pero le hacen falta vitaminas y minerales, que en nutrición se conocen como micronutrientes, explica la experta.

Por otro lado el exceso de grasa, harinas y azúcares consumidos durante años conducen al sobrepeso e incluso a la obesidad en una edad joven; si se le añade el sedentarismo, característico de quienes trabajan durante largas horas en la oficina y permanecen sentados la mayor parte del tiempo, pueden sufrir consecuencias como la presión alta, incluso en personas jóvenes, de entre los 30 y 40 años o el colesterol alto que puede provocar la obstrucción de arterias lo que los hace más propensos a sufrir un infarto.

Estos problemas ya se comienzan a notar en profesionales jóvenes con este estilo de vida; el sobrepeso, la obesidad, la presión alta y la diabetes son algunas de las enfermedades derivadas de la mala alimentación, anotó Nieves.

ESTILOS DE VIDA
Uno de los pocos estudios sobre Guatemala que explican la manera en que se han ido cambiando los patrones alimenticios en el país, es el realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): “Entre el hambre y la obesidad: la salud en un plato”.

El estudio señala que aunque no existen datos de encuestas o censos, es común que la dieta del guatemalteco urbano incluya una gran variedad de alimentos con alto contenido de carbohidratos y grasas; muchos productos de origen animal, pero con ausencia o con limitada cantidad de vegetales o frutas; es muy usual el consumo de productos procesados y de “comida rápida”.

Con el cambio de estilo de vida ha aumentado de manera simultánea una amplia oferta de servicios de alimentación que tienen como característica los precios bajos, la oferta de menús a cualquier hora del día, ubicación en muchos lugares accesibles a la población, el servicio rápido, alimentos fáciles de preparar, servicio a domicilio de restaurantes y cafeterías y ofertas que motivan el consumo de alimentos rápidos.

A lo anterior se agregan factores que influyen en la adopción de nuevos patrones de alimentación como el incremento de procesos de comunicación masiva acerca de productos alimenticios, la influencia de los medios de información que promueven comer alimentos que predisponen a enfermedades crónicas, condiciones laborales que demandan cambios y ajustes en el cambio de vida y tecnología para producir alimentos más económicos.

El nuevo perfil nutricional de Guatemala se caracteriza por la presencia de problemas nutricionales por deficiencia, la presencia de enfermedades crónicas como resultado de los cambios en los patrones de consumo y en el estilo de vida, que se caracteriza por una crítica disminución de la actividad física de las personas y los problemas por exceso que se presentan en países desarrollados, en los que al aumentar el ingreso económico de las familias, incrementan el consumo de proteínas, carbohidratos refinados y grasas. 

“No comer es como no cargar gasolina al auto”.
Mary Jane Cordero

«Lo peor que pasa al no desayunar es que comemos lo que encontramos en la calle y la gente cree aún en el mito de que beberse un jugo de naranja con un huevo es un buen desayuno o para la refacción se come una doblada grasosa y un vaso de atol, que no es lo mejor».
Claudia Nieves
Nutricionista

«Creo que sí vale la pena desayunar un jugo de naranja o un pan con huevo, pollo o queso, que es parte de la tradición de las personas que salen temprano; lo importante es tener la proteína y los carbohidratos necesarios, ya sea en el desayuno o en la refacción».
Mary Jane Cordero