Defensas oficiosas: magistrados y periodistas


Luis Fernández Molina

Me llamó la atención, más bien me alarmó, leer ciertos pasajes del artí­culo «Pusilánime defensa oficiosa de magistrados de la CC» del igualmente columnista de La Hora, Eduardo Villatoro. Sin perjuicio de aspectos de fondo relativos al impuesto al tabaco, refiere el periodista que un magistrado de la CC «contactó a otro periodista, que es amigo mí­o, para que saliera en oficiosa, vaga y pusilánime defensa de esos juristas.» Francamente me cuesta aceptar que un magistrado del más alto nivel constitucional tenga que recurrir a periodistas para que salgan en su defensa, oficiosa o no. ¿Desde cuándo? Las Cortes, en general, y esa en especial, deben abstraerse y aislarse totalmente de las opiniones públicas. Las sentencias y resoluciones no admiten acomodo ni complacencia, deben emitirse con estricto apego a la ley (Constitución) de manera objetiva e imparcial, sin perjuicio de lo popular, aceptable o polí­ticamente correcta que dicha resolución pueda ser. Ignoro si fue iniciativa del citado magistrado o una gestión del grupo (pues habla de la defensa de «los juristas»). Por otra parte, la ética periodí­stica impone también objetividad, análisis imparcial de las situaciones, que la pluma sea la espada para consolidar la verdad y no herramienta servil para «salir en defensa de los magistrados de la CC, y sin rubor alguno», para pretender «justificar la resolución de la CC, Aquiles acepta como buenas las razones de su «interlocutor» o para querer «congraciarse con los adversarios del presidente Colom, quien es fumador». En la transcripción de lo escrito por el segundo columnista se lee «para cumplir con mi modesta obligación de orientar». En eso sí­ estamos totalmente de acuerdo. La misión del periodista de opinión es precisamente publicar sus comentarios y análisis de manera precisa e imparcial. Bien dice Villatoro: «Conviene advertir que el periodismo exige precisión de quienes escriben y publican noticias y artí­culos de opinión, para no especular en vano ni ocultar nombres de fuentes informativas, excepto en circunstancias especiales, si se corre el riesgo de perder la vida o el empleo, ya sea del periodista o del informante.» No tengo más información del caso que la referida opinión, pero la misma es bastante clara y de la misma se extraen dos conclusiones: un magistrado que pide apoyo para la defensa de un fallo y un periodista que acomoda su pluma para, precisamente, defender ese fallo. Francamente no entiendo. Tampoco entiendo que una denuncia tan clara pase como desapercibida. Preocupante. En todo caso felicito a Eduardo Villatoro por su clara y valiente exposición.