Defensa refuta demencia en caso Breivik


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El juicio a Anders Behring Breivik concluyó el viernes cuando el confeso asesino múltiple exigió ser puesto en libertad y afirmó que la historia lo absolverá por sus ataques que dejaron un tendal de 77 muertos.

Por JULIA GRONNEVET OSLO / Agencia AP

El autoproclamado miliciano antimusulmán tuvo la última palabra tras el juicio de diez semanas, pero no está claro si contribuyó al tema principal de su defensa: tratar de demostrar que no está loco.

Breivik lanzó una invectiva contra todo lo que considera reprobable en el mundo, desde los noruegos supuestamente privados de ética que representan al país en el Concurso de Canciones de Eurovisión hasta el libertinaje sexual de los personajes en la serie televisiva estadounidense «Sex and the City».

Asimismo afirmó que otros extremistas de derecha habían sido responsables de los explosivos hallados esta semana cerca de una planta nuclear sueca. El vocero de la Policía sueca, Tommy Nyman, dijo que no tenía nada que replicar, «especialmente si él lo dice».

Mientras algunas de las declaraciones de Breivik provocaron risas en el tribunal de Oslo, el ambiente fue más sombrío cuando reiteró sus motivos por detonar una bomba en la sede del gobierno noruego, donde mató a ocho personas, y por matar a tiros uno por uno a jóvenes en un campamento juvenil del Partido Laborista. Allí murieron 69 personas y docenas resultaron heridas en una de las peores matanzas en tiempos de paz atribuidas a un solo atacante.

«La historia demuestra que hay que cometer una barbaridad pequeña para prevenir una barbaridad mayor», afirmó el noruego de 33 años.

«Los ataques del 22 de julio fueron ataques preventivos para defender al pueblo noruego», afirmó. «Por lo tanto exijo ser absuelto».

Breivik sostiene que el Partido Laborista en el gobierno ha traicionado al país al aceptar migrantes musulmanes y agregó que se debe impedir que convierta Noruega en lo que calificó como un «infierno multicultural».

Asimismo hoy, familiares de algunos de los asesinados manifestaron su pesar. Kirsti Loevlie, cuya hija Hanne, de 30 años, murió por la bomba, conmovió al tribunal cuando describió su conmoción al saber que su hija había muerto, el dolor de limpiar su habitación y de pensar en la primera Navidad sin ella.