Declaración Universal de Derechos Humanos


Cuando la humanidad iniciaba una nueva forma de convivencia, después de la Segunda Guerra Mundial -con sus implicaciones de horror, así­ como de desprecio por la vida humana desarrollada por el régimen nazi-, los paí­ses miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), aprobaron por unanimidad el 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal de Derechos Humanos. Se trataba de reconocer la dignidad y derechos iguales para mujeres y hombres. En la actualidad -62 años después-, puede afirmarse que poner al dí­a la conciencia moral de los seres humanos continúa siendo un objetivo básico de ese documento que continúa vigente.

Carlos Cáceres
ccaceresr@prodigy.net.mx

En el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos se establece, entre otros factores, la necesidad de impulsar relaciones amistosas entre las naciones y, junto a este hecho, la libertad como base de respeto a los derechos inalienables de todos los integrantes de la familia humana. En la comunidad internacional, el menosprecio a los derechos humanos origina actos ultrajantes para la conciencia de la humanidad. Un ejemplo de este hecho se encuentra en el terrorismo.

Guatemaltecas y guatemaltecos promueven hoy valores como la democracia y justicia, con el propósito de fortalecer el respeto a la vida. Su inmediata implicación se encuentra en los esfuerzos para desarrollar una cultura de paz, anular cualquier posibilidad de un nuevo conflicto armado interno y sus consecuencias de confrontación social violenta y destrucción del ambiente. Las ideas e inteligencia deben imperar en Guatemala. íšnicamente de esa manera se evitará la angustia espiritual de la juventud y se podrán enfrentar los problemas nacionales e internacionales con una óptica sin dogmatismos ajena a toda pretensión caudillista. Esta realidad coloca a la Declaración Universal de Derechos Humanos como referente sociopolí­tico y lenguaje actual de ciudadanas y ciudadanos.

Consolidar el proceso de democracia y paz en Guatemala, impulsando el respeto a la Declaración Universal de Derechos Humanos, permite erradicar cualquier signo de violencia y, junto a este hecho, es necesario destacar la permanente actividad de la sociedad civil guatemalteca para consolidar la tolerancia y pluralidad, pues son principios que permiten un mayor nivel de convivencia y garantizar su práctica institucional. Considerando esta situación, en la Declaración Universal de Derechos Humanos adquiere especial importancia la presencia de valores que permiten construir una sociedad moderna, cuya base es la solidaridad humana.

Es obligación de cualquier Estado tener como polí­tica de especial prioridad el respeto a la Declaración Universal de Derechos Humanos, en lo esencial, porque establece la igualdad de todos los seres sin hacer distinciones e indica que cualquier discriminación contra la mujer es incompatible con el bienestar de la familia. Su aplicación permitirá afianzar la integración de hombres y mujeres en una nación libre e independiente, lo que permitirá a la sociedad vigilar el cumplimiento de las acciones encomendadas a sus gobernantes.

La Declaración Universal de Derechos Humanos es un documento que ubica a ciudadanas y ciudadanos desarrollándose en comunidad, lo cual implica reconocer los esfuerzos que se realizan en Guatemala para lograr la unidad nacional y reforzarla mediante la presencia del Estado de Derecho; es decir, respeto a la Constitución Polí­tica guatemalteca, separación de los poderes del Estado, control de la administración pública, libre sufragio y, en lo esencial, no colocar ningún obstáculo a los derechos humanos.

Al celebrarse los 62 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos puede afirmarse: su vigencia se encuentra en la protección que proporciona a mujeres y hombres, porque sus principios son inherentes a la naturaleza humana y, sin ellos, no puede vivir ninguna persona.

En el libro Estado de derecho y derechos humanos, el joven investigador guatemalteco Luis Ernesto Cáceres Rodrí­guez, afirma que el pleno respeto a los derechos humanos se encuentra inmerso en el diseño constitucional de un estado democrático el cual, con un enfoque incluyente y participativo del ejercicio del poder polí­tico y la toma de decisiones, garantizará el perfeccionamiento de la ciudadaní­a.

No puede hablarse de paz sin realizar esfuerzos para mejorar la calidad de vida y estrechar la solidaridad; asimismo, deben estar presentes la equidad, justicia, democracia y libertad. Son factores inmersos en el contexto del desarrollo junto a la siguiente afirmación: no existe naturaleza humana sin cultura y ésta se vincula al impulso y presencia de los derechos humanos como referentes de integridad.