Creo que fue el noticiario Noti7 el que describió acertadamente el fracaso del Vicepresidente de la República en sus vanas gestiones realizadas en Washington, para lograr que el gobierno norteamericano conceda el Estatuto de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) a los guatemaltecos indocumentados que residen en Estados Unidos.
El titular de la noticia indicaba puntualmente: «Con las manos vacías retornó el vicepresidente Espada», porque no logró algún avance en convencer a la administración del presidente Barack Obama de detener las masivas deportaciones de nuestros compatriotas que, en búsqueda del ansiado sueño americano, viajaron o se radicaron ilegalmente en Estados Unidos.
Al parecer, el gobierno del presidente Colom no está haciendo los esfuerzos necesarios para apoyar a los cientos de miles de compatriotas que diariamente corren el riesgo de ser encarcelados y luego enviados a Guatemala sólo con lo que visten y calzan, dejando en Estados Unidos a familiares, regularmente esposas e hijos pequeños, además de modestas pertenencias adquiridas con el producto de su trabajo honesto.
Al gobernante Colom le está ocurriendo en la Cancillería lo que le sucedió al presidente Vinicio Cerezo durante su período, que por haber nombrado en el cargo de ministro de Relaciones Exteriores a un político astuto para las componendas y triquiñuelas partidistas, pero sin ningún roce en la escena internacional, el Premio Nobel de la Paz que le correspondía al mandatario guatemalteco de la época se lo concedieron al presidente Arias de Costa Rica, merced al magnífico trabajo de la Cancillería de ese país.
El caso del actual titular del Ministerio de Relaciones Exteriores es similar al de ese su predecesor, con la diferencia que el señor Haroldo Rodas ni siquiera se ha fogueado en las trincheras políticas criollas, y su experiencia en la Secretaría de Integración Económica Centroamericana no le ha sido de alguna utilidad en el ámbito extrarregional, toda vez que desde que asumió la Cancillería jamás se le ha visto un aire con remolino, para decirlo en términos poco diplomáticos, pero entendibles para los guatemaltecos, sobre todo para quienes esperan que por lo menos se despeine y abandone esa melancólica figura de seminarista novicio, a fin de realizar ágiles diligencias en la Secretaría de Estado de EE.UU. o, por lo menos, ante el embajador de esa potencia en Guatemala, para que se tomen en serio los pedidos de auxilio de los guatemaltecos abandonados a su suerte en la nación del norte.
Para más el editorial del Diario La Opinión, de Los íngeles, en su versión digital, ha salido en defensa de nuestros compatriotas, señalando que «Guatemala ha tenido en los últimos tiempos su caudal de desastres naturales sobre una economía difícil y un clima de inseguridad general. Creemos que estas condiciones son suficientes como para que se les otorgue a los guatemaltecos en Estados Unidos el Estatus de Protección Temporal contra deportaciones… No hay razón para que la administración Obama no dé pasos a esa petición si realmente quiere ayudar a Guatemala. Sus ciudadanos podrán contribuir mejor a la reconstrucción del país desde Estados Unidos con sus remesas que siendo deportados a donde antes no había empleo, y ahora mucho menos».
(Romualdo Tishudo cuenta que un alto funcionario de la Cancillería viajó a presenciar la inauguración del Mundial de Futbol, y cuando los aficionados hacían olas, el diplomático chapín se agachaba para no despeinarse).