Débil reacción ante escándalo de pederastia


El Papa Benedicto XVI se aleja a su habitación, luego de dar la bendición a los peregrinos que llegaron a su residencia en Castelgandolfo, al sur de Roma. El Sumo Pontí­fice debió vivir una Semana Santa en medio de la polémica de casos de pederastia. FOTO LA HORA: AFP ALBERTO PIZZOLI

El Vaticano replicó en los últimos dí­as al escándalo por los casos de pederastia de religiosos acusando a los medios de comunicación y a las «fuerzas» anticatólicas de querer manchar al papa Benedicto XVI, pero esa reacción fue considerada como una señal de debilidad por los vaticanistas.


La intervención excepcional de monseñor Angelo Sodano, ex número dos del Vaticano que, inmediatamente antes de la misa del Domingo de Pascua, difundida al mundo entero por televisión, afirmó el apoyo de «toda la iglesia» a Benedicto XVI, sorprendió por su carácter inédito.

Esa declaración se agrega a la denuncia por la prensa del Vaticano de una «campaña de propaganda grosera contra el Papa y los católicos» y a la multitud de mensajes de solidaridad de prelados difundidos a lo largo de la Semana Santa.

Pero esa estrategia defensiva no basta para acallar las revelaciones sobre los abusos pedófilos ni los interrogantes sobre el silencio de Benedicto XVI que, antes de ser elegido Papa en 2005, fue durante 24 años prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisición), encargada de la instrucción y de la sanción de los crí­menes graves.

El Papa y la Iglesia tendrí­an que «salir del búnker y de la psicosis del estado de sitio» para «solucionar las cuestiones planteadas por esta crisis graví­sima», estimó en declaraciones a la AFP Giancarlo Zizola, vaticanista del diario Repubblica.

Como muchos otros especialistas, Zozola reconoce a Benedicto XVI la «valentí­a» de haber iniciado la lucha contra la pederastia en el clero.

En vez de criticar las «habladurí­as» de los medios de información y de presuntas fuerzas hostiles, como lo hizo Sodano ayer, «la Iglesia deberí­a reconocer su papel en la investigación de los hechos», sostuvo.

La polémica del Viernes Santo, tras el paralelo hecho por el predicador del Vaticano, que comparó las crí­ticas a la jerarquí­a católica por su actitud frente a los escándalos de pedofilia con el antisemitismo, «dio la impresión de un Vaticano que pierde los estribos», estimó, por su parte, el vaticanista Bruno Bartoloni.

Incluso el escritor Vittorio Messori, ferviente católico, exhortó a la Santa Sede a admitir «errores de comunicación», y lamentó, en las páginas del Corriere de la Sera, «una calidad inferior de la máquina eclesiástica».

En opinión de Bartoloni, «hay algo que falta alrededor del Papa, especialmente en lo que respecta a las competencias de la secretarí­a de Estado», en la que monseñor Sodano, considerado como un «polí­tico hábil», fue reemplazado en 2006 por el apagado cardenal Tarcisio Bertone.

En medio del más difí­cil perí­odo que haya atravesado la Iglesia en 40 años, la personalidad del Papa, que «tiene tendencia a trabajar solo, sin darle mayor importancia a los medios de información», complica la tarea de los estrategas del Vaticano.

«No creo que él esté preocupado por la tormenta actual. Como profesor (de teologí­a), consagra su tiempo a la escritura de libros y discursos, a su misión destinada a mejorar la cultura evangélica» de los fieles, consideró Zizola.

Y sin embargo la Iglesia tiene motivos de inquietud. «Hay cuatro millones de alumnos y 3.500 instituciones católicas en el mundo. Si las familias empiezan a tener dudas será un drama, porque esos niños son los futuros fieles», señaló Bartoloni.

«Se necesitan cambios de fondo: reformar los seminarios, la selección del clero y una visión de la Iglesia como comunidad, con un papel más importante para los laicos junto a los sacerdotes, como es el caso ya en India o ífrica», sostuvo Zizola.

Según Bartoloni, si la crisis sigue ampliándose, «es posible» que el Papa convoque un consistorio extraordinario con el objetivo de emitir instrucciones más severas en materia de pederastia, como «tomar la iniciativa de denunciar las situaciones turbias, en vez de esperar» las demandas judiciales de las ví­ctimas.

Y un dí­a, pero esto está excluido bajo el pontificado del sumamente conservador Benedicto XVI, la Iglesia católica tendrá que abordar seriamente la cuestión de la sexualidad de los sacerdotes y de la obligación del celibato.

«No creo que él (Benedicto XVI) esté preocupado por la tormenta actual. Como profesor (de teologí­a), consagra su tiempo a la escritura de libros y discursos, a su misión destinada a mejorar la cultura evangélica de los fieles.»

Giancarlo Zizola

Vaticanista del diario Repubblica