Debiéramos irnos preparando…


Por lo ocurrido en Honduras y por el rumbo que han tomado las cosas en el resto de Latinoamérica serí­a bueno ir poniendo nuestras barbas en remojo. Todo indica que la «reeleccionitis» es más contagiosa que la fiebre porcina. El pésimo precedente porque los diputados y los alcaldes municipales sí­ puedan hacerlo, ha sido de lo peor y solo porque Dios es grande la debacle no ha sido total. Por razones que no vienen al caso detallar algunos no lo han hecho, pero eso no significa que les falten ganas y sabiendo que en la gran mayorí­a de electores guatemaltecos predomina la indiferencia, nada extraño serí­a que se declarara una epidemia.

Francisco Cáceres Barrios

El presidente Colom recientemente declaró que la reelección no estaba en su agenda pero ¿qué pasarí­a si Chávez lo convenciera?, ¿acaso su ex vocero declaró que la reelección está dentro de los planes del oficialismo y doña Sandra no ha dejado ver a las claras las estrategias «made in Argentina», para que en el momento menos pensado salte al ruedo, dicte lo que dicte la Constitución? Tampoco podemos olvidar que aquí­ se han visto muertos acarrear basura, que el ejemplo de Rí­os Montt sigue latente, como que a todos consta que oficiosamente los mismos de siempre, han salido a la palestra para defenderla «desinteresadamente». Ahora bien, si atisbamos un poco allende nuestras fronteras ¿qué decir del mal ejemplo de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y el sombrerudo de Manuel Zelaya?

La pregunta del millón es ¿por dónde empezar a poner nuestras barbas en remojo? A los diputados y los alcaldes debieran ser los primeros en negarles la reelección sin esperar a que se cambie la Constitución, dándoles un NO rotundo en las urnas a sus pretensiones que atentan contra nuestra dignidad ciudadana. Cierto, lo mejor serí­a cambiar la Constitución, pero conociendo a mi gente y de acuerdo a las circunstancias actuales, estoy convencido que es imprudente modificarla, con el perdón de tantos ilusos que piensan que solo se harí­an los cambios por ellos propuestos, cuando llegado el momento, hasta se atentarí­a contra la libertad de emisión del pensamiento. ¿Cuánto apuestan?

Estoy convencido que la reelección es válida únicamente cuando los polí­ticos caminan con los valores y principios agarrados de la mano, lo que ahora no existe. Sólo cuando se trata de gente capaz, demostrando con hechos que su labor ha sido fructí­fera, honesta, digna y alejada de toda corrupción e impunidad, pero ¿alguien podrá confiar en los politiqueros que ahora tenemos enfrente? Por el bien del paí­s y de nuestra descendencia debemos tomar plena conciencia que si queremos lograr desarrollo y prosperidad solo será alternando a las personas que ocupan cargos públicos electos por voluntad popular o ¿no ha demostrado nuestra historia que la permanencia de elementos, partidos o corrientes han sido todo un desastre? DIGAMOS NO A LA REELECCIí“N NI AL CONTINUISMO.