¿Deberí­a usted dar limosna?


Antes de dar una respuesta a la interrogante del tí­tulo, deberemos preguntarnos ¿Quiénes piden limosna?

Roberto Arias

En algunas culturas el indigente apela al poco valor de la moneda que pide, no a la buena voluntad del donante.

Actualmente, en Guatemala, en su generalidad el limosnero enví­a mensajes y apelaciones subliminales a la mente y a la conciencia de los transeúntes. Los limosneros en los semáforos son «psicólogos y sociólogos» que jamás pusieron un pie en la facultad.

Dar limosna en las calles es una forma de aliviar parte del sentimiento de culpa del donante, es decir, de intentar «limpiar» su conciencia. Los limosneros conocen perfectamente esa necesidad psicológica de las personas y utilizan lindamente las herramientas necesarias para sacar buena plata diaria a esas «buenas y cristianas personas», quienes no son más que personas incautas.

Contaba alguien que trabajó en un banco, que el limosnero que se pasaba horas en la esquina del semáforo pidiendo limosna, llevaba entre Q180 (Ciento ochenta) y Q320 y (Trescientos veinte) quetzales diarios para depositar en su abultada cuenta de ahorro. Como muchos otros limosneros, en su «tiempo libre» éste también era agiotista o dedicado al agiotaje.

Desde la Guatemala de los años 1800, contaban los bisabuelos que algunos pordioseros dormí­an sobre colchones de paja o de hojas de tusa, dentro de los cuales conservaban grandes sumas de dinero. Contaban también sobre limosneros que tení­an dos, tres y hasta cuatro casas que daban en alquiler y se dedicaban a la usura.

Actualmente hay muchos limosneros y limosneras jóvenes y adultas que cuando juntan para la dosis, dejan el «trabajo» y van a comprar la droga al expendio más cercano.

La limosna es válida cuando ésta persigue un fin efectivamente benéfico para quienes verdaderamente necesitan de asistencia para salir de atolladeros en la vida, para instituciones supervisadas que verdaderamente realizan obras benéficas en pro de los indigentes, enfermos y necesitados. La limosna no deberí­a darse por la presión de la emoción o del sentimiento.

Cuando se da limosna a los limosneros en la calle, se está fomentando la vagancia, el alcoholismo, la drogadicción, etc. Mucho de lo que usted da de limosna en la calle va a parar a las manos de los traficantes de droga, incluyendo las licoreras y las cigarreras del paí­s, así­ como también fomenta usted el agiotaje y la usura que se ensaña cobardemente contra la población más pobre y trabajadora de Guatemala.

¿Cuántas veces un semáforo para el tráfico durante el dí­a? ¿Cuántos vehí­culos visita un(a) limosnero(a) en una hora? ¿Cuántos incautos dan hasta cinco quetzales por cada parada de semáforo?

Un empleado renunció hace poco y su argumento principal fue que ganaba más vendiendo lápices o dulces «a los babosos» en los semáforos que los dos mil quetzales que ganaba en la empresa y… trabajando cuándo y a la hora que se le da la gana.

En México, existen estudios bastante serios que afirman que un limpiavidrios o un pordiosero en un semáforo podrí­an ganar más que un ingeniero u otros profesionales.

Si usted es un incauto, con todo respeto es necesario recordarle que, aunque totalmente no lo parezca, lo más seguro es que el o la limosnera tengan más dinero que usted en su cuenta de banco y simplemente, con gesto de súplica, le están viendo a usted la cara de baboso o de babosa.