No creo que debiéramos poner tanto interés en saber quiénes van a ganar las elecciones del domingo entrante. Tampoco es tan importante averiguar si va a llover o si vamos a tener segunda vuelta. Nuestro deber ciudadano está en interesarnos en qué va a pasar después de haber visto tanta politiquería, que incluye cientos de costosos espectáculos circenses, cancioncitas y mentirosas promesas realizadas con el afán de ganar votos, en una de las más largas y costosas campañas electorales de nuestra historia. Hay que pensar en que alguien va a pagar todo ello. ¿Los fondos regresarán a los bolsillos de los políticos y de los financistas?
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Con el solo hecho de ir a votar, el deber ciudadano no ha sido cumplido. Al contrario, falta mucho por hacer o ¿Usted se va a contentar con seguir siendo un simple espectador ante el endeudamiento propuesto en la presentación del presupuesto 2012?; ¿se va a quedar sin analizar el porcentaje de abstencionismo de los resultados electorales, como cuántos votos nulos y en blanco dejaron en las urnas sus conciudadanos sin dejar constancia de su significado?
Los resultados de las elecciones no son para verlos como si fueran de una maratón, de una carrera de caballos o como cuando analiza la tabla de posiciones de la liga del futbol. No, debemos aprender a leer entre líneas, hay que pensar en la manera de enfrentar la triste realidad en que nos encontramos, porque todo está más caro que nunca, la delincuencia está que no se aguanta, las manifestaciones siguen interrumpiendo la libre locomoción y que se volvió costumbre ver a tantos hospitales, escuelas y carreteras literalmente en ruinas.
¿Se puso a pensar qué vamos a hacer si dentro de 6 meses pudiéramos estar igual o en peores condiciones?, ¿será que la economía, la sociedad y la paciencia nacional va a seguir aguantando a una Contraloría inoperante, a un Ministerio Público deficiente, a un Congreso incapaz, no digamos a una ciudad capital cada vez más sucia, desordenada e intransitable? Somos los ciudadanos los llamados a garantizar que nuestra democracia no siga sirviendo de parapeto para el clientelismo político, para que quien llegue a ocupar un ministerio, dirección o cualquier jefatura no vaya a seguir utilizándolo como mostrador para hacer sus negocios, sino en verdad sirva a nuestra sociedad.
Gracias a Dios mucha gente, más de la que podríamos imaginarnos, está incluso más preocupada que nosotros porque los candidatos ganadores tampoco llegaran a cumplir con sus deberes y responsabilidades pues si eso llegara a suceder, ni Dios Padre podría sacarnos adelante. De ahí que no seamos pocos los que expresamos: ¡hay que hacer algo para que las experiencias sufridas los últimos años no vuelvan a repetirse! Por favor ciudadano, piense en que la palabra la seguimos teniendo los que pagamos los patos que otros se comieron. Nunca olvide que la soberanía radica en el pueblo.