En voz alta se está protestando airada y multitudinariamente en casi todos los países del mundo contra el excesivo y abusivo alcismo de los precios del petróleo y de sus derivados.
En círculos gubernamentales del ámbito internacional, relacionados con los asuntos energéticos y económicos, parece ser que se está preparando buena «riposta» a los magnates que decidieron extorsionar a la población mundial recurriendo al gran chantaje petrolero.
Al menos hasta hoy, los chantajistas permanecen como frotándose las manos de contentos, de felices, por haber tomado tal decisión como con derroche de aviesa intención y de irresponsabilidad.
Los países de las diferentes latitudes, cercanas y lejanas, que producen petróleo, indudablemente procedieron de esa manera con dedicatoria especial contra las naciones superdesarrolladas de todos los continentes, pero la realidad nos está diciendo que han causado serios, muy serios problemas a la comunidad internacional en general, sobre todo en los patios tercermundistas.
En los países donde se extrae de las entrañas de la tierra en fabulosas cantidades comerciales el «oro negro», también llamado por antonomasia «excremento del diablo», casi no se trabaja en la agricultura y, por esa razón, muchos productos alimenticios tienen que ser importados.
En toda la región americana hay abundante producción agrícola, ganadera y de todo género que es exportada hacia las naciones de las diversas áreas del planeta que negocian a lo grande con el petróleo, por lo que necesitan de todo lo que consumen en lo que a alimentación se refiere.
Los argentinos, los brasileños, los mexicanos, los estadounidenses, los centroamericanos, por ejemplo, contribuyen en buena medida a surtir de gran parte de sus cosechas agrícolas, entre toda una variedad de productos vitales, a las sociedades de los países petroleros.
Eso debieron haber tomado en cuenta los señores del gran chantaje antes de tomar tan inicua como reprobable decisión, porque si los países exportadores de su producción en el agro adoptan medidas para ya no despacharles lo que les es indispensable en cuanto a la alimentación, tendrán que tragarse hasta el hartazgo su petróleo…
Por de pronto, deberían los respectivos países vender a precios elevados hasta las nubes el arroz, el maíz, el frijol, el azúcar, las frutas, etcétera.
Si, por ejemplo, les han vendido el arroz a l00 dólares norteamericanos, que se los vendan a 2,000 billetes verdes, verdes, verdes, y así todo lo demás. Entonces, la situación de los chantajistas del cuento sería de crujir de dientes y de desinflarse, como vejigas, a consecuencia del aguijoneo estomacal?
Este es el momento oportuno para responder a tono con las circunstancias a los petroleros confabulados contra todos los pueblos del orbe que están sufriendo sus dentelladas de caimán al haber subido hasta la estratosfera los precios del citado producto de la discordia mundial.
¿Y qué esperarán los magnates del agro para dar una buena tunda a los prepotentes del petróleo? ¿Estarán esperando que la vida de millones y millones de mortales de toda la redondez de la tierra transcurra en la situación que ha puesto a todos en un callejón que parece no tener salida?
Es una situación que puede ser como de guerra, no de paz y, por añadidura, ¡con ausencia de la cooperación que necesita la humanidad toda en esta hora dramática del mundo!