Siempre que nos encontramos en la proximidad de un nuevo año pensamos en lo bueno y/o en lo malo que pueda acontecer aquí y en otras partes del mundo.
Eso sí, todos los humanos deseamos, en los emocionantes momentos de transición, del año que se va, al año venidero, que éste nos depare días mejores: De paz, de tranquilidad, de seguridad y de prosperidad en los diferentes aspectos de nuestra vida.
En la actualidad, que está cargada de serios problemas no sólo aquí, sino en casi todos los demás países, tenemos motivos para pensar en que pueden producirse acontecimientos indeseables en ese otro escalón de la inmensidad del tiempo.
Sin embargo, seamos optimistas. Pensemos en que el nuevo año que está llegando nos brindará lo que se enmarca en nuestras legítimas aspiraciones, pero todo depende de las actitudes que asumamos los habitantes de este suelo centroamericano: Ricos y pobres, gobernantes y gobernados.
No admite discusión el hecho de que la sociedad guatemalteca está dividida y anda como a la greña por cuestiones de la politiquería, de una economía en crisis, de la injusticia social, de la secuela de la confrontación de remicheros con el elemento castrense (conflicto que duró más de 36 años de la pasada centuria), de la inseguridad, del crimen organizado, del desenfreno de liderejos del obrerismo y del campesinado que virtualmente han creado una situación de anarquía, etcétera.
Los males que sufre el pueblo son atribuibles, en su mayoría, a los politiqueros que parecen ser hijos bastardos de la patria y haberse desbocado en ambiciones de vanidad y lucro hasta convertir en una «vaca lechera» a la burocracia abundante en mamandurrias%%u2026
Ojalá que el 2010 sea de gratas impresiones para todos los guatemaltecos y para el resto de la sociedad mundial.
Se necesita un cambio de todo orden buscando todo lo que es positivo, de beneficio para los mortales de los diversos estratos de la población.
Se necesita indispensablemente, a la vez, una superación integral del Estado y de la comunidad nacional, por lo que los de arriba del gallinero deben procurar grandes y provechosas realizaciones que verdaderamente beneficien a los de debajo de ese gallinero que los «bendice» con lo que lógicamente es de suponer… No sólo el nuevo año es digno del concurso de los que mangonean en la cima del aparato burocrático, sino también en la sima de todo el conglomerado social en la diuturnidad del tiempo que corre y vuela cubriendo más de sombras que de luz a este maltratado planeta.
Es deseable que nuestro comportamiento sea siempre rectilíneo en el seno de la sociedad y que nuestros esfuerzos tiendan a promovernos en vez de dejarnos arrastrar en las pezuñas de los vicios, de todo lo que es negativo y propio del infortunio.
Recibamos al año 2010 con alegría, con esperanzas en un futuro de promesas, de avances, de efectivo progreso en la más amplia dimensión del concepto.
Guatemala, generosa y bella patria nuestra, merece el homenaje de amor y de respeto de todos sus hijos, así como nuestros mayores esfuerzos porque los 365 días del nuevo año y de todos los años sean venturosos.
¡Feliz Año Nuevo, estimados compatriotas! ¡Salud, vida con excelente calidad y muchas pesetas, estimados amigos y amigas, hermanos todos!
Con mucho júbilo, con muchas esperanzas, con gran optimismo, celebremos al divino santo «bebé» que está por salir de las entrañas del tiempo para dejarnos su cargamento de sorpresas que, como todos deseamos, sean gratas; gratísimas, para emplear el grado superlativo.