Debemos recuperar al Estado vendido por los «empresarios»


La sociedad guatemalteca principió a darse cuenta de los grandes errores administrativos que los gobiernos de los mal llamados «empresarios» tienen al paí­s desprovisto de toda clase de herramientas jurí­dico, administrativas y materiales que hubieran servido en esos tiempos para paliar las situaciones de pobreza extrema que vive gran parte de la población.

Fernando Mollinedo
fermo@intelnet.net.gt

Quiérase o no, justifí­quese o no, créalo o no, los dos gobiernos que fueron presididos por los señores empresarios representantes y miembros de la oligarquí­a nacional, «desmantelaron» al Estado de su propiedad sobre instituciones que prestaban servicios públicos a precios asequibles. Pero lo grave del caso estriba en que fueron más allá con su avaricia y armaron con los diputados (as) en el Congreso de la República la telaraña jurí­dica para desaparecer de la legislación algunas normas como la del enriquecimiento ilí­cito entre otras, que les aseguraron hasta hoy la impunidad necesaria para no ser juzgados por sus feloní­as.

El «desmantelamiento» del Estado fue acción premeditada, calculada, alevosa, vil y maquiavélica en el sentido propio de la palabra; pero como en este paí­s la indolencia general para defender los intereses del Estado es casi nula, se dejó pasar por dos motivos: 1) recién terminaba la guerra interna y se conservaba el miedo y terror de ser asesinado por elementos policiales o del ejército nacional, y 2) por la inveterada costumbre de los burócratas, profesionales y polí­ticos que se dedican a la servidumbre de burguesí­a y son viles lacayos de los presidentes de turno, enseñándoles la forma y modo de saquear al erario público

VIL: palabra derivada del idioma latino cuyo significado es: «rebajar, envilecer. ENVILECER a su vez: «Rebajarse, perder uno la estimación que tení­a. LACAYO: Despreciable, vil en extremo. Servil, rastrero». Estas personas vieron en esa actividad avalada por los gobernantes de turno, la oportunidad de lucro e incluso de negocios de altas ganancias de las cuales, por supuesto, les hacen copartí­cipes y cómplices. . Resultarí­a vano en este momento enumerar los bienes del Estado que fueron vendidos y/o cedidos a inversionistas criollos y extranjeros.

Con los primeros y valientes pasos que nos ha enseñado a dar el doctor Castresana, bien podemos inducir a los jóvenes a que sus actividades las realicen con verdad, con justicia y pensando en proyectarlas hacia la RECUPERACIí“N DE LA DIGNIDAD Y BIENES DEL ESTADO, con el ejercicio limpio de la actividad polí­tica.

Hoy nos referimos a aquellos que vendieron e hipotecaron empresas estatales; después nos ocuparemos de los gobiernos que se han robado el dinero del estado por medio de acciones ilí­citas. Las dos formas de hueveo son deleznables y ambas son merecedoras de la persecución penal por parte del Ministerio Público y Procuradurí­a General de la Nación