La sociedad guatemalteca principió a darse cuenta de los grandes errores administrativos que los gobiernos de los mal llamados «empresarios» tienen al país desprovisto de toda clase de herramientas jurídico, administrativas y materiales que hubieran servido en esos tiempos para paliar las situaciones de pobreza extrema que vive gran parte de la población.
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Quiérase o no, justifíquese o no, créalo o no, los dos gobiernos que fueron presididos por los señores empresarios representantes y miembros de la oligarquía nacional, «desmantelaron» al Estado de su propiedad sobre instituciones que prestaban servicios públicos a precios asequibles. Pero lo grave del caso estriba en que fueron más allá con su avaricia y armaron con los diputados (as) en el Congreso de la República la telaraña jurídica para desaparecer de la legislación algunas normas como la del enriquecimiento ilícito entre otras, que les aseguraron hasta hoy la impunidad necesaria para no ser juzgados por sus felonías.
El «desmantelamiento» del Estado fue acción premeditada, calculada, alevosa, vil y maquiavélica en el sentido propio de la palabra; pero como en este país la indolencia general para defender los intereses del Estado es casi nula, se dejó pasar por dos motivos: 1) recién terminaba la guerra interna y se conservaba el miedo y terror de ser asesinado por elementos policiales o del ejército nacional, y 2) por la inveterada costumbre de los burócratas, profesionales y políticos que se dedican a la servidumbre de burguesía y son viles lacayos de los presidentes de turno, enseñándoles la forma y modo de saquear al erario público
VIL: palabra derivada del idioma latino cuyo significado es: «rebajar, envilecer. ENVILECER a su vez: «Rebajarse, perder uno la estimación que tenía. LACAYO: Despreciable, vil en extremo. Servil, rastrero». Estas personas vieron en esa actividad avalada por los gobernantes de turno, la oportunidad de lucro e incluso de negocios de altas ganancias de las cuales, por supuesto, les hacen copartícipes y cómplices. . Resultaría vano en este momento enumerar los bienes del Estado que fueron vendidos y/o cedidos a inversionistas criollos y extranjeros.
Con los primeros y valientes pasos que nos ha enseñado a dar el doctor Castresana, bien podemos inducir a los jóvenes a que sus actividades las realicen con verdad, con justicia y pensando en proyectarlas hacia la RECUPERACIí“N DE LA DIGNIDAD Y BIENES DEL ESTADO, con el ejercicio limpio de la actividad política.
Hoy nos referimos a aquellos que vendieron e hipotecaron empresas estatales; después nos ocuparemos de los gobiernos que se han robado el dinero del estado por medio de acciones ilícitas. Las dos formas de hueveo son deleznables y ambas son merecedoras de la persecución penal por parte del Ministerio Público y Procuraduría General de la Nación