Debe ponerse en claro lo que ocurre en el IPSP


Recientemente, cuando hojeábamos y ojeábamos las páginas del diario Prensa Libre, leí­mos dos artí­culos del colega Luis Morales Chúa referentes a lo que en lo personal y por referencias ha captado respecto de irregularidades que pueden estar campeando en el Instituto de Previsión Social del Periodista.

Marco Tulio Trejo Paiz

Ileana Alamilla, que también externa personales opiniones a través del mismo matutino, escribió acerca de la situación que, al parecer, puede estar causando problemas a la mencionada entidad y, desde luego, a los numerosos afiliados.

Como asimismo nos encontramos en las filas del IPSP, hemos tomado la decisión de terciar en lo que hace a las cosas que, como se está comentando concejeramente, es posible que hayan de estar teniendo una incidencia negativa en cuanto al funcionamiento del Instituto en varios aspectos, pero especialmente con atingencia a lo financiero, y eso, realmente, serí­a como para pensar en lo que podrí­a ocurrir en un futuro más o menos mediato en cuanto a los intereses y derechos legí­timos de tantos afiliados, sobre todo de los que hemos rebasado la «barrera del sonido» que ya ni siquiera encontramos puertas abiertas para prestar nuestros servicios profesionales… (pero eso, afortunadamente, a nosotros nos tiene sin cuidado).

Morales Chúa que, como se supone, se mantiene bien informado de cómo andan los negocios del Instituto de Previsión Social del Periodista, ha sacado «a la calle», como quien dice, «asuntitos» de un cariz fuliginoso…

Los integrantes del Consejo Directivo, por su propia conveniencia y reparando en la reputación, deben informar en la próxima sesión de asamblea general, concreta, clara y documentalmente, sobre la realidad de realidades del contexto en cuestión.

Por de pronto, lo procedente es frenar de un solo «jalón» cualquier dilapidación que afecte o tienda a afectar el patrimonio del IPSP, y tratar de vender los bienes raí­ces que sólo estén produciendo gastos dispendiosos en vez de incrementar los ingresos económicos de la Institución.

Hay que evitar extralimitaciones relacionadas con las dietas de los miembros del Consejo Directivo para que no se originen duras crí­ticas a sotto voce y a voz en cuello entre algunos o entre muchos afiliados, como viene sucediendo.

Y es oportuno, muy oportuno, recalcamos, sugerir o exigir a los timoneles, del carro del rátigo, que se actúe bajo la luz meridiana; que cuando se decida hacer adquisiciones voluminosas se consulte previamente a los afiliados en las sesiones de asamblea general con la amplitud pertinente para no dar lugar a especulaciones o a que floten dudas en la atmósfera gremial.

Además, serí­a menester que los afiliados no sólo asistan a las sesiones de asamblea general, sino, asimismo, que participen con entereza, sin cortapisas y verdadero interés, con la palabra y el voto consciente en los debates. Deben dejarse de lado las complacencias y todo lo intrascendente. El sentimiento, el pensamiento y el verbo deben desarrollarse con positiva expresión y proyección a las justas aspiraciones de los hombres de prensa y, primordial y particularmente, de quienes estamos protegidos bajo el alero del IPSP.

Es plausible el hecho de que el Instituto siga teniendo solidez financiera, muy a pesar de cierta gente que en sus agencias explota la publicidad y que, sin fundamento real alguno, tiene un errado concepto del IPSP, más que todo porque le pesa estar percibiendo y trasladando por obligación legal el timbre de prensa, que es mí­nimo. ¡Ah mentalidad la de los empresarios de la publicidad! ¡Son unos retrógrados, de espaldas a la justicia social, al humanismo y a la democracia!

Por nuestra parte, deseamos que el Instituto de Previsión Social del Periodista tenga larga vida exitosamente para beneficio de todos los afiliados y, por extensión, de sus apreciables familias que también, de alguna manera, se ayudan en los hogares con las justas prestaciones en las angustiosas circunstancias en que está viviendo todo un pueblo empobrecido, en pleno infortunio.

A estas alturas del tiempo, ha quedado atrás la injusticia de que era objeto el elemento de prensa, gracias al IPSP. Hay un cambio todaví­a no sustancial de justicia social que se reconoce. La tenebrosa hora de insoportable injusticia ha venido alejándose y pasando, aunque a paso de tortuga, a las brumas de la historia.

¡Defendamos la justicia digna de la fuerza laboral! ¡Luchemos como a ultranza y sin tregua por el engrandecimiento del IPSP, escudo benefactor de los periodistas en general!!!