Los agentes de la PMT, debidamente respaldados por sus superiores, dieron un ejemplo de cómo reaccionar frente a la acción policial para detener a una persona acusada de la comisión de algún hecho delictivo y ante la forma en que se ha manejado el problema, es evidente que no hay intención de corregir la situación ni reconocer que hubo exceso de la autoridad local frente a la autoridad nacional.
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El ejemplo es malo no sólo en cuanto a la relación de la población con la Policía Nacional Civil, sino también con la misma PMT porque por mucho que hagan gala de fuerza, están sentando el precedente de que el ciudadano tiene perfecto derecho a oponerse al accionar policial, cualquiera que sea su origen, y a partir de esa situación no pueden pretender que se les respete.
Es siempre encomiable que los subalternos tengan el apoyo de sus superiores y que se puedan sentir identificados plenamente con las políticas generales de la institución a la que sirven, pero cuando esa identificación significa violentar la ley y cometer abusos, al final se hace un daño muy serio a la institucionalidad. Y siendo el caso que el Alcalde de la ciudad fue Presidente de la República y entiende lo que es el tema de la gobernabilidad en el país, resulta desalentador que sea él quien apañe un acto de rebeldía ante la autoridad de ese tamaño y de tal magnitud.
Debemos preguntar al Alcalde si ese ejemplo que sus policías han dado es a su juicio algo que debe imitar el ciudadano, porque hemos visto ya en muchos lugares que los policías tienen que salir corriendo cuando las turbas deciden atacarlos y rebelarse ante una autoridad que está totalmente menospreciada. Y entendemos que hay razones de peso para sentir desconfianza de los agentes de la PNC porque algunos de ellos han abusado de tal forma de su poder y autoridad que han terminado cometiendo ejecuciones extrajudiciales y los ciudadanos tenemos la sensación de que debemos protegernos de los policías antes que de los maleantes.
Pero el camino no es esa forma de rebelión que nos lleva a mandar a la punta de un cuerno a toda la fuerza pública, porque entonces caemos en la plena anarquía. Cuando se produjo el enfrentamiento entre el Gobierno y la Municipalidad por el tema de las obras en la Terminal Aérea La Aurora, expresé que tenía razón la Municipalidad al exigir el cumplimiento de las normas elementales para cualquier construcción, pero ahora está ocurriendo totalmente lo contrario y no puede darse una situación en la que una autoridad como el Alcalde avale un exceso inaceptable cometido por sus subalternos. Si en esta ocasión no se sienta un precedente, tarde o temprano la factura será pagada por la misma Municipalidad porque lo que estamos rompiendo es el elemental orden establecido que debe ser fundamento del estado de derecho.
Es obvio que el Gobierno Central tiene que mantener y profundizar el proceso de depuración de la Policía Nacional Civil y es indiscutible que hoy en día es más una fuerza que despierta temor entre los ciudadanos que la sensación de seguridad. Pero no podemos avalar desde ningún punto de vista que sean los mismos agentes de otra fuerza policial quienes den el ejemplo de que no debemos atender la autoridad de la PNC porque en esas condiciones estamos realmente fritos y provocando situaciones que con el tiempo todos vamos a terminar lamentando.