Debate presidencial


Editorial_LH

En deuda quedaron los candidatos presidenciales en el debate promocionado por la Asociación de Gerentes de Guatemala y el patrocinio de tres medios informativos del paí­s. En vez de debate nos ofrecieron un pleito de escueleros que hicieron el esfuerzo por decirse, en el menor tiempo posible, el mayor número de insultos, siendo en realidad un lí­o para descalificarse uno a otro sin aportes serios para los electores que esperaban encontrar en la discusión el contraste para definir su voto.

 


Como siempre ocurre, los que ya tienen decidido su voto expresan que su candidato ganó, que estuvo mejor que el otro y que el adversario fue un mamarracho. Para muchos de los que no han tomado decisión, se puede decir que hubo un empate porque resulta sumamente difí­cil determinar cuál de los insultos fue más demoledor. Se acusaron mutuamente de corrupción, de mentir por amnesia o por demagogia y dejaron una gran deuda porque a las preguntas que se les formularon no dieron respuestas como las que se esperaban y anunció el Presidente de la entidad organizadora. Dijeron que era un debate para saber cómo iban a hacer lo que habí­an ofrecido y prometido durante la campaña y honestamente hablando, nadie dijo ni pí­o al respecto.
 
  Todo se abordó con generalidades y acaso en el tema del cacareado bono 15 fue en el que más detalle hubo. Se supo que el costo de ese beneficio laboral será de casi 3 mil millones de quetzales entre lo que pagará el sector privado y lo que pagará el sector público a sus empleados. Y que ese dinero, como el del aumento a los maestros, se podrí­a reponer si se aprueba una buena ley antievasión, cosa que nadie puede asegurar.
 
  También quedó claro que los más pobres, los campesinos del área rural que no tienen empleador, no son objeto de beneficio en ese tema y que si no se cubre el hoyo fiscal de los 3 mil millones, ellos serán los que dejen de recibir beneficios. En otras palabras, sobre ese asunto se supo más de lo que explican los dibujitos que aparecen en la televisión y lo que dicen los mensajes radiales sobre el particular, de uno y otro lado.
 
  Pero no sabemos cómo se hará para dar más seguridad, para mejorar la educación (nadie se atrevió a hablar del factor Acevedo), para incrementar la salud, reducir la desnutrición, mejorar las oportunidades. Los dos dijeron que harán justamente todo eso, pero faltó, otra vez, el cómo podrán hacerlo y por ello fue más de lo mismo. La diferencia estuvo en el matiz que pusieron los ataques personales y los insultos. Sólo faltó que Gestoso pusiera la mano entre los dos aspirantes y dijera que quien escupiera primero era ganador del examen, como en aquellos viejos tiempos de escuela.

Minutero
Un debate presidencial
que pareció de arrabal;
sin razonamientos muy cultos
se cayó en los insultos