De una vez por todas


Editorial_LH

Durante décadas se ha conocido que el negocio de los medicamentos es una de las formas en las que se hace plata en Guatemala con la complicidad de autoridades que se han beneficiado por medio de oscuras comisiones o por el financiamiento de campañas políticas.

No es secreto que la famosa práctica del “contrato abierto” o la del “doble asterisco” que se establecieron para que algo tan necesario como las medicinas no faltaran en los centros de Salud y hospitales, se convirtió en un sistema expedito de negociación del producto a precios superiores a lo que establece el mercado y en la mejor muestra de cuán gran negocio es invertir millones en candidatos que luego vienen a permitir este sobreprecio para “pagar” de vuelta el aporte.


  Actualmente se está discutiendo en el Congreso de la República el rol de los laboratorios y las farmacias en el manejo de los precios al consumidor. Pero no se puede dejar de lado el análisis completo del sector de los medicamentos y de los laboratorios internacionales representados en el país y la forma en que negocian con la administración pública porque el manejo de todo este enredo es parte de un sistema que opera a base de beneficios e influencias generadas por corrupción.

  Sería conveniente que todas aquellas universidades, organizaciones e individuos que han protegido el “libre mercado” vengan a explicarnos cómo es que no se puede regular algo como esto cuando evidentemente es la compra de voluntades, la complicidad de funcionarios, lo que permite que los notables empresarios se hagan millonarios a costa de vender más caras las medicinas a un pueblo que no solo es pobre, sino que sobrepaga sus enfermedades.

  Urge que un sistema estrictamente regulado se aplique para que, al menos, el precio de mercado y la garantía del abastecimiento sea similar a la de cualquier otro país en el que los precios son un pequeño porcentaje de lo que se paga en Guatemala porque el mercado está al servicio del consumidor y no de los mercaderes de la salud.

  ¿Qué dirían las marcas de reconocimiento mundial al ver la forma tan oscura y corrupta en que se manejan sus representantes guatemaltecos? No tiene nombre el lucro por medio del dolor del individuo y, en el tema de la salud, es lo peor. En los países desarrollados la batalla es para convertir en gratuita la cobertura y los medicamentos, mientras que en Guatemala la lucha es por hacer más dinero por cada pastilla que se vende. De una vez por todas, hay que  arreglar este descarado y desalmado negocio.

   
Minutero
Dejémonos de pamplinas
que no es cuestión de mercado;
es un negocio pactado
el precio de las medicinas