De una crisis prolongada, no resuelta, a una crisis general, estructural


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Las raíces y efectos, causas y manifestaciones de la crisis económica, política, social e institucional a que se ha orillado al país a lo largo de 59 años de nuestra historia reciente, corresponden a los de una crisis grave y prolongada, acumulada y no resuelta. En el actual momento, podrían estar correspondiendo a los de una crisis de carácter general, estructural. En ambos casos, como resultado y consecuencia de un sistema económico, social, político e institucional caduco, agotado.

Ricardo Rosales Román
\ Carlos Gonzáles \
http://ricardorosalesroman.blogspot.com


Una crisis prolongada, acumulada y no resuelta, en un momento dado, puede pasar a tener los rasgos y características de una crisis de carácter general, estructural. Ello es así porque afecta a las instituciones sin ninguna excepción, a los poderes del Estado y sus autoridades, y a la mayoría de sectores y capas de la población. Genera, a su vez, contradicciones que, aunque en un principio parezcan secundarias, en la medida en que se agravan y profundizan, se agudizan y generalizan, tienden a ser fundamentales y, en esas condiciones, todo puede suceder.
    
     En uno y otro caso, su prolongación y duración depende del estado y situación del sistema económico, social, político e institucional que las genera y es, a su vez, la causa y motivo tanto de una crisis prolongada, no resuelta, como de la de carácter general, estructural. Además, en la medida en que la crisis prolongada, no resuelta, se prolonga, agrava y agudiza, se torna irresoluble, como irresoluble resulta siendo, también, la de carácter general, estructural. Esto, por un lado.
    
     Por el otro, la élite del poder económico oligárquico y patronal, es la que se beneficia de las crisis, independientemente del carácter y gravedad que tengan, su continuidad y no solución. Es esa élite la que las utiliza y aprovecha en su propio interés y a su conveniencia. En todo caso y como quiera que sea, son las contradicciones que las crisis encuban y generan, las que determinan su desenlace y solución que, en unos casos, puede ser en el marco de la institucionalidad vigente y, en otros, a partir del rompimiento del orden constitucional. Es lo que la historia registra y la experiencia ensaña.
    
     A mí me parece que la crisis general, de carácter estructural por la que todo indica que atraviesa actualmente el país, se expresa y tiene manifestaciones muy concretas y fáciles de identificar. Ello permite, a su vez, contextualizar lo que está aconteciendo actualmente en Guatemala.
    
     Las discrepancias y contradicciones al interior del poder político y gubernamental, son ahora más evidentes y agudas; tienden a generalizarse. Son evidentes, aunque no determinantes ni decisivas las que se dan entre el poder gubernamental y algunos sectores del empresariado organizado. Está dándose, además, una cada vez más incontrolable y generalizada escalada del crimen organizado y la delincuencia común en tanto tentáculo armado y desestabilizador de los cabecillas del narcotráfico en disputa por el control de territorios, vías de trasiego, distribución y mercados, así como el secuestro del Estado.
    
     Los escándalos de corrupción y tráfico de influencias, más la impunidad, sacan a flote diferencias y contradicciones entre quienes se benefician de los contratos y negocios con el gobierno y los que pudieran estar siendo desplazados de esos “beneficios” y “privilegios”. En el Congreso de la República es en donde más se percibe el peligro de ingobernabilidad que amenaza al país y pone en cuestión la continuidad y legitimidad del poder público e institucional. El poder político no sólo está cuestionado sino resulta ya obsoleto.
    
     A la población urbana y, más concretamente, a la de la ciudad capital y a algunos de los medios impresos y de la radio y televisión, molesta e incomoda el enriquecimiento de la noche a la mañana de altos funcionarios de gobierno que a diario se denuncia y documenta aunque lo que más pesa sea el rumor y lo que todo el mundo dice que se sabe al respecto. El nivel de indignación y descontento social y popular, pareciera latente y a punto de estallar.
    
     Una situación así descrita e identificada no sólo genera, agudiza y generaliza las contradicciones al interior y entre las instituciones de la sociedad guatemalteca y los poderes del Estado, sino también al interior y entre los distintos sectores de la población. Son estas contradicciones a resolver las que, en un momento dado, son lo decisivo y fundamental a tener en cuenta a fin de resolver, a fondo, la crisis general, de carácter estructural en nuestro país.