De reforma, a mamarracho


Editorial_LH

El sistema político guatemalteco necesita, evidentemente, una reforma de verdad y no una a la chapina, de las que simplemente sirven para que el beneficiado se acomode la pelota, pero que terminan siendo una caricatura de lo que realmente se necesita para transformar la triste situación en la que se encuentra el país que, en la mayoría de casos, retrocede en lugar de avanzar.


Es el caso de la “reforma” a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Esta ley es fundamental para que, en caso de una regulación que funcione, se logre que los partidos sean instituciones de participación, fortalecimiento ideológico, propuesta política y ejercicio público.  De los partidos se debería nutrir el Congreso de la República por contar con líderes que han demostrado su capacidad y compromiso con el país, dejando de lado que el que tenga plata para comprar la plaza sea el “representante” al Legislativo; situación que de igual manera se da con los miembros del Gabinete y quienes ejercen el poder en el Ejecutivo.

  Pero como ahora estamos en la época de tener que creer en los milagros, se espera que una verdadera, profunda y radical reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos sea aprobada por el Congreso de la República cuyos miembros se benefician del desmadre en que se vive con la ley actual; un Congreso que no quisiera que haya controles en las finanzas de las campañas porque Dios sabe qué podría aparecer en sus casos particulares; diputados que tendrían que irse a ganar de nuevo la nominación por sus distritos a base del liderazgo que los llevó la primera vez a ser electos (sabiendo que es prácticamente nulo).

  Lo peor que nos puede pasar es que esas158 personas aprueben lo que se dé por llamar “reforma”, pero que termine siendo, como siempre, un mamarracho para que no vaya a realizar ninguno de los verdaderos cambios necesarios y que se pueda seguir manipulando a los partidos políticos, a las autoridades del Tribunal Supremo Electoral y a la ciudadanía.

  Y es que lo mismo ha sucedido con la reforma fiscal, que siempre termina siendo insuficiente. Ahora, es amarrar al chucho con chorizos. Es evidente que el pilar del desmadre, que es el sistema de financiamiento, no va a sufrir un cambio radical. Estamos convencidos que se mantendrá privada la plata para que se mantengan privados los beneficios para ese pequeño grupo que se ha acostumbrado a comprar a los políticos para que todas sus decisiones cumplan con sus necesidades.  Mejor que no hagan nada, si lo que se proponen será un mamarracho.

Minutero
¿Será que los diputados
al partido pondrán candados?
No caigamos de  babosos
con planteamientos tan mafiosos