¿De qué se quejan las mujeres?


Ubicar el 8 de marzo como Dí­a Internacional de la Mujer, no es una concesión de la sociedad a este grupo mayoritario de la especie humana. Es un reconocimiento que las mismas mujeres han instituido y es logró concreto de la lucha que por siglos han realizado grupos de mujeres en distintas épocas y en distintas regiones de la Tierra. Es un dí­a dedicado a evidenciar la lucha de las mujeres, así­ como hay fechas para patentizar la lucha de los pueblos indí­genas, las conquistas de la clase trabajadora, los derechos de la niñez y la juventud o la diversidad sexual. Lo que demuestran estos dí­as conmemorativos es que existen grupos de la humanidad que han sido discriminados, explotados y marginados por las distintas sociedades mundiales y que estos grupos oprimidos se han movilizado para cambiar esa condición de opresión. Diversas luchas en busca de justicia.

Pablo Siguenza Ramí­rez

Por el contrario, no existe una celebración mundial por los derechos de la burguesí­a o un dí­a del terrateniente. ¡Menos mal, sólo eso faltaba! Tampoco se celebra el dí­a internacional de las empresas transnacionales o el dí­a nacional del orgullo varonil. Estás tres: burguesí­a, transnacionales y «hombres», son expresiones humanas que han construido un sistema de privilegios para sí­ mismos por sobre los derechos de otros y otras. La historia lo demuestra, la oportunidad de quiebre es nuestra. La afirmación de que el mundo está dominado por una visión patriarcal, gerontocrática, de supremací­a blanca y de explotación hací­a la clase trabajadora, tiene fundamento y evidencia en las asimetrí­as que cotidianamente sufren las mujeres, los pueblos indí­genas, y los sectores empobrecidos en cada paí­s. Otra afirmación indiscutible para Guatemala es que: ser mujer indí­gena pobre, es ser sujeta de una triple opresión, concretizada en los peores í­ndices de analfabetismos, acceso a educación, salud, participación polí­tica, goce de derechos, ocio y placer.

La clásica consigna: «Este dí­a no es de fiesta, es de lucha y de protesta», se hizo realidad los pasados sábado y domingo en distintas ciudades y localidades del mundo. En América Latina las posiciones y reivindicaciones de las mujeres se dirigieron a la lucha contra la violencia hacia las mujeres, el acceso a servicios, la reforma agraria y la soberaní­a alimentaria, así­ como a la igualdad en las oportunidades de participación social, económica y polí­tica.

Pero, ¿de qué se quejan las mujeres? Si los hombres de verdad queremos encontrar las respuestas, estás se encuentran en las voces de las mujeres, que por lo general no habí­amos querido escuchar: en las voces de las hijas, de las madres, de las abuelas, de las esposas y compañeras de vida. Durante siglos las voces de las mujeres estuvieron acalladas y amordazadas, pero eso ¡Ya no es así­! Las luchas feministas y por los derechos de las mujeres han dado pasos tan certeros y contundentes que nada ni nadie podrán silenciar sus voces nuevamente. Y la sociedad machista está asustada. Se tambalea uno de los pilares que sostiene la desigualdad en el mundo: el silencio de las oprimidas está llegando a su final. El imperio contraataca. El imperio de los machos acosa, violenta, intimida y asesina.

El Estado debe brindar protección a cada una de las guatemaltecas que habitan dentro y fuera del paí­s. Ellas no se duermen en falsas esperanzas, y están empujando, por medio de la organización a distintos niveles, la aplicación de la ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer. Usted estimado lector, ¿de qué lado está? ¿Está del lado del silencio y la oscuridad o acompaña la lucha de las mujeres y le apuesta a una sociedad con justicia y equidad?