De nuevo sale a luz la vulnerabilidad


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Un membrete desconsolador se vive, o sobrevive en términos generales que anega el ambiente tras el paso tétrico del fenómeno natural reciente. Añadido a la lista sombría, causante de tanto daño personal como material. No todo está perdido, principalmente la decisión positiva de los pobladores a empezar de nuevo con voluntad firme y muestras animosas.

Juan de Dios Rojas


A manera del mítico  surgió de las cenizas la lucha denodada, recobra brillos poderosos,  junto a la esperanza de mejoría;  vale decir alimentados de fe en sus propios y titánicos trabajos,  a la postre la generación del deseable y bienaventurado porvenir.  Afanes recurrentes siempre exhiben esa voluntad enaltecedora y digna de encomio, calidad número uno.

Condiciones de naturaleza negativa rebelan en situaciones imprevistas la presencia del  subdesarrollo,  atraso fuera de contexto;  imágenes calamitosas de hambruna a la cabeza,   seguidas de otras cargas destructivas.  Hablar de autoestima suena a ridículo y contrasentido; puntualiza sin asomo de duda no  tener los pies sobre la tierra, y ubicarse en la lejana galaxia.

Mueven a la mediatez,  en sentido de tozudez y seudocambio,  vocable en boga, utilizado  como  cantaleta ofensiva en el  entorno político.  A qué se debe el hecho en mención dispuesto al mantenimiento desleal  en lista de espera, tantos males donde emanan alarma,  muerte y llanto interminables. Persiste tamaña condición responsable de esos momentos críticos, pero inacabables.

En apariencia la vulnerabilidad posesionada hasta los cimientos,  lejos de superarse lo  antes posible se aleja,  criterio   falaz en mentes llenas de niebla cerebral  y puntos pétreos en la sustancia gris.  La suma tiene solamente engaños,  distractores acaso,  en tanto suenan los pasos de animales grandes en caminatas a ciertos tiempos,   apoderados del  territorio nacional.

Poner en práctica medidas urgentes e  imprescindibles por lo  visto se rezagan del todo,  cediendo espacios a lo contrario,  que alimenta,  aunque subyace, despierta fortaleza escondida. El  faltante claro  y convincente viene a  ser  diversas medidas de prevención,  nunca jamás puestas en  práctica, a sabiendas del  valor utilitario y  ponderable de las mismas, victoriosas.

Todo  el mundo nuestro  se pregunta,  consciente que la respuesta de rigor anda perdida en galaxias remotas.  Factor resulta en sentido realista, acerca de cómo incontables daños anteriores por fenómenos similares,  que abatieron el  suelo nuestro continúan ajenos a la reconstrucción,  tan deseable y ansiada.  El tiempo discurre,  empero señales esperadas no  se asoman.

Un  vistazo  en los diversos medios de comunicación  social  al  servicio, gracias a la moderna tecnología,  dan cuenta en el  instante mismo que ocurren del colapso del  sistema vial,  puentes útiles sobremanera,  igualmente lo relativo a hundimientos,  hoyos,  etcétera,  reflejan la deficiencia del alcantarillado y demás,  demostrativos de pésimos trabajos nulos de  calidad.

Viviendas en orillas de barrancos, expuestas a cualquier accidente, para incremento bien marcado de la vulnerabilidad afectan en casos impactantes, a quienes la pobreza extrema ubica en puntos deplorables.  Avalanchas sucesivas los hunde lastimosamente,  haciéndoles más y más critica la vida en un hilo,  a la par de sus miserables pertenencias,  llegan a cooperar con los temibles daños.

Asumimos, en resumen, con todo eso la acción terrible de la propia Tierra, en actitud de reclamó y protesta visible,  traducida en venganza en contra de los seres humanos,  estilo enaltecido en el cinematógrafo  en picada.  Hacen ver la razón de la sinrazón de cuanto ocurre en el  Planeta que  habitamos, calcado en acontecimientos, hoy en día noticia de primer impacto.

A propósito,  ante tan descomunales efectos desastrosos,  los mismos originan desolación, como si fuesen Atila redivivo,  resulta oportuno puntualizar la pésima calidad de la obra pública.  Al desnudo sale ese indigno proceder enmarcado en chanchullos cometidos en menoscabo de fondos estatales.  Un verdadero robo,  para decirlo sin tapujos en defensa de lo  indefendible.