Es indudable que al ver los resultados electorales se plantea la necesidad de realizar reformas serias al sistema y muchas de ellas tienen la dificultad de que siendo necesario que las aprueben los partidos políticos con representación parlamentaria, no van a concretarse. Entre ellas la de la necesaria regulación de las encuestas para evitar burdas manipulaciones, puesto que pocos partidos querrán enfrentarse a los medios de prensa responsables de la fabricación de esas mediciones y por lo tanto, seguro que la posibilidad de hacer mediciones al gusto del cliente va a seguir porque los políticos quieren evitar confrontaciones.
Pero reformas que pueden y deben implementarse son aquellas que aseguren la pureza del sufragio, lo que beneficia a todos y para ello urge implementar el Documento íšnico de Identidad y el Registro Nacional de Personas. La Cédula de Vecindad está ya desprestigiada y su vulnerabilidad comprobada, por lo que es insensato y muy peligroso seguirla usando como único medio para identificar a los guatemaltecos.
Otro tema que vale la pena analizar es una reforma para suprimir la excepción que hay en cuanto a la cancelación de los partidos políticos que no obtengan el cinco por ciento de los votos. Y es que no puede ser que entidades que apenas si logran mínima votación a nivel nacional, puedan subsistir como partidos políticos gracias a que logran colar por minorías a un diputado al Congreso de la República. Esos diputados que entran en tales condiciones debieran hacerlo como independientes para no seguir arrastrando el micropartidismo que tanto daño le hace al país y que dificulta tanto tener una campaña en la que se puedan evaluar correctamente todas las propuestas que valen la pena. Por culpa de pseudosdirigentes que tienen minipartidos amparados en el régimen legal es que se otorga a los medios un enorme poder para destacar o invisibilizar a candidatos y los resultados muestran que hubo una clara tendencia a magnificar candidaturas, como la de Rigoberta Menchú que no pesó absolutamente en nada, y ningunear otras como las de Suger y Rabbé que al final de cuentas tuvieron muchos más votos que la afamada Premio Nobel.
El caso de la UD es ejemplar, puesto que desde que se fundó ese partido subsiste gracias a que en Huehuetenango logra meter un diputado por minorías y ello les vale para continuar. Podemos esperar ya que dentro de cuatro años otra vez ese partido presente candidatura y vuelva a tener una participación similar a la que ahora tuvo, posiblemente hasta con el mismo candidato, porque obviamente él es más vivo que quienes le tuvieron que ceder el partido sin ejercer control de la mísera estructura partidaria.
Mucho hay que cambiar en el sistema, pero dependerá en última instancia de la claridad de los políticos y de que entiendan que el multipartidismo nos hace mucho daño.