Otro «poco» que hoy les comparto ya no es sobre mi salud, ni de las amenazas que he sufrido, es sobre la enorme preocupación que afuera existe respecto a la situación del Estado débil o Estado fallido en Guatemala. Varios mexicanos me plantearon si en Guatemala el Estado era incompetente de cumplir con la seguridad, la salud y los derechos individuales, aumentar la tasa tributaria y cobrar los impuestos.
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Les expliqué las circunstancias, les pedí que comprendieran que no éramos el único país así, aunque me fue imposible justificar el deterioro que se está produciendo y se ha producido aceleradamente en el actual gobierno que afecta a la mayoría de los guatemaltecos. Dudo haberlo logrado, traté -como guatemalteco responsable- que se nos comprendiera, que Guatemala es un Estado débil y puede llegar a ser un Estado fallido. Como lo dijera el Presidente de Bolivia en su último discurso: «Si unos pocos continúan enriqueciéndose y no pagan los impuestos que deben de pagar», el Estado no tiene los recursos para cumplir con sus funciones y obligaciones ante la sociedad.
En mi retorno, compartí con un joven profesional costarricense, ejecutivo de una transnacional, con apariencia de futbolista o de artista de telenovela, una plática sobre la situación de Guatemala, me preguntaba alarmado sobre lo que leía en la prensa costarricense, mexicana y centroamericana.
Le reiteré las explicaciones, aproveché para señalarle que yo veía problemas en Costa Rica, no problemas de violencia, sino problemas de «egoísmo», que no comprendía, aunque respetaba, la decisión del presidente í“scar Arias de romper relaciones con la República de China nacionalista con sede de gobierno en Taiwán. Con China Continental podrían tener un día de amistad y nada más porque ellos están preocupados más de ellos y de los problemas mundiales, donde son un gran actor, mientras que el gobierno en Taiwán se preocupa todos los días de apoyar el desarrollo económico y social de todos los países con que tiene relaciones diplomáticas, que esto lo había comprobado en Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Panamá y por supuesto en Guatemala, porque como se dice: «Obras son amores y no buenas razones».
Por ello, es que Guatemala hizo bien al iniciar la negociación de un Tratado de Libre Comercio con nuestros amigos de Taiwán, en el anterior gobierno que concluyó el presente, que si bien la balanza comercial en las importaciones y exportaciones no nos era favorable en números, estaba más que ampliamente compensado por las asesorías tan importantes y las donaciones que el gobierno de Taiwán hace a cada uno de nuestros países convirtiendo los números a nuestro favor.
Que tampoco comprendía que el presidente í“scar Arias recurriera al subterfugio político de llamar a un plebiscito para determinar y concluir la aprobación y entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos, más me parecía una irresponsabilidad y una confirmación de esa incomprensible forma de actuar que el gobierno de Costa Rica había demostrado, especialmente hacia la unión centroamericana. El joven ejecutivo también trató de defender y justificar las actitudes de su Presidente, al final creo que me comprendió.
Concluyo agradeciendo la lectura de mis opiniones «De mucho un poco».