De la guerra civil al campo de Bram: testimonio de Centelles


Desde el comienzo de la guerra civil hasta la vida de los refugiados españoles en el campo de Bram: Parí­s expone las obras de Agustí­ Centelles, a la vez testimonio histórico inestimable de un gran fotógrafo y recorrido vital de un hombre «comprometido con la dignidad».


Organizada por el museo del Jeu de Paume en el Hotel de Sully, palacio del siglo XVII situado en el histórico barrio parisino del Marais, la exposición «Agustí­ Centelles, diario de una guerra y de un exilio, España-Francia 1936-1939», reúne un centenar de fotografí­as realizadas durante la guerra civil española y, tras la derrota republicana, durante los meses que Centelles pasó en el campo de refugiados de Bram, cerca de Carcasona (sur de Francia).

Gran parte de ellas fueron presentadas ya en el Palau de la Virreina de Barcelona, pero la muestra parisina se amplí­a con las del campo de refugiados, acompañadas por documentos de época y por los cuadernos manuscritos en los que el fotógrafo escribió el diario de esos meses sombrí­os.

El recorrido es cronológico. Las primeras tomas datan de julio de 1936. Al enrolamiento de milicianos y las columnas partiendo hacia el frente, siguen fotos inéditas de combates en las calles de Barcelona y de bombardeos. En las últimas, Centelles muestra la vida de sus compañeros de infortunio en el campo de refugiados, pero también el precario laboratorio improvisado en el que revelaba las fotos, instalado junto a su camastro.

«Al principio es el periodista fotográfico más cotizado de Barcelona. Después un fotógrafo que se compromete en defensa de la República para producir documentos de información y de propaganda. Pero cuando Centelles pasa la frontera y se convierte en exiliado, abandona de alguna manera su condición de fotógrafo. No es capaz de tomar fotos entre Barcelona y el campo de refugiados. El mismo escribe en su diario «soy incapaz de fotografiar esto». Su espí­ritu de fotoperiodista desaparece totalmente ante la tragedia de la gran derrota», explica Manuel Cirauqui, uno de los curadores de la exposición.

«En el campo de empieza a fotografiar de nuevo, y escribe un diario. Vuelve al testimonio, pero también a una forma de resistencia. Al final es un Centelles solo frente a sí­ mismo y frente a una experiencia que vive en primera persona», agrega Cirauqui, recalcando que «otros fotógrafos, entre ellos Robert Cappa, fotografiaron el campo de Bram, pero las de Centelles son las únicas fotos hechas desde el interior, tienen otra dimensión».

«Esta exposición permite evaluar la estatura del fotógrafo y el recorrido vital del hombre», añade.

«Lo que hay aquí­ es la historia de un fotógrafo que se comprometió con la modernidad de su época, y la de un hombre que se comprometió con la dignidad en el momento más trágico de la historia» de su paí­s, acota Miquel Berga, el otro curador de la muestra.

Las fotografí­as de Agustí­ Centelles (1909-1985) fueron descubiertas 40 años después de ser tomadas. El fotógrafo las dejó escondidas en la casa de unos amigos en Carcasona cuando volvió a España clandestinamente en 1944. En Francia, trabajaba en un laboratorio que fabricaba documentos falsos para la Resistencia y fue descubierto por la Gestapo, por lo que tuvo que huir.

«El mismo las recuperó en el 1976. Entonces tení­a un estudio en Barcelona al que acudí­an muchos fotoperiodistas jóvenes, que le hicieron ver que esas fotos tení­an un gran interés histórico y eran de una calidad excepcional», cuenta Sergi Centelles, hijo del fotógrafo que, junto con su hermano Octavi, trabaja desde hace años para dar a conocer la obra de su padre.

Pese a todo, hasta la exposición en el Palau de la Virreina, que lo dio a conocer al gran público, sus fotos sólo fueron vistas en exposiciones casi confidenciales.

¿Cómo se explica tanto tiempo de silencio sobre una obra de tal importancia? «Por falta de interés polí­tico», responde Octavi Centelles.

«Yo era miembro de Convergencia Democrática, y la primera exposición de Centelles en Barcelona se hizo en la sala de ese partido, y a la inauguración asistió el entonces presidente de la generalitat, Jordi Pujol. Mi padre tomó la palabra para decir «no me gustan los equí­vocos, el que es de Convergencia es mi hijo: yo soy del PSUC». A partir de ahí­ las instituciones catalanas no hicieron nada por él», cuenta Octavi Centelles.

La injusticia con el gran fotógrafo catalán está ahora reparada. Después de Parí­s, su obra será expuesta en cerca de 30 ciudades españolas y en 2010 está prevista una gran exposición Centelles en Nueva York.